El país de las braguetas desbocadas
Por José Pablo Feinmann

1 En algún momento de la década menemista, un abogado de triste memoria, célebre en ese entonces, se tomó unas vacaciones amorosas con una mujer fragorosa, ligada al oscuro mundo de la prostitución y las drogas, devenida estrella mediática por esas cosas de la televisión-basura. El se llamaba Cúneo Libarona y ella, Samantha. Se sacaron una foto en algún idílico lugar, muy abrazados, sonrientes, mirando a cámara. El abogado, luego, habría de declarar: “Me mandé una joda”. Como si dijera: “¿Y qué?”. Como si dijera: “¿Por qué no?”. Como si, en fin, dijera lo que siempre dijo el menemismo: “Hay que pasarla bien. La moral y la decencia son cosas viejas. Que la gilada mire y aguante”. Después, por televisión, se disculparía: sólo había sido un mal momento. Algo que no había podido evitar.
El menemismo fue un festival de braguetas desbocadas. El poder sirvió para conseguir sexo y dinero. Las revistas se llenaron de imágenes de señores con trajes de tela brillante acompañados por jovencitas pulposas, siempre modelos o vedettes o pretendidas actrices. Habitualmente las llevaban a Miami. (Miami es un monumento a la frivolidad, la ostentación y la indecencia de las clases dirigentes de la Argentina, ya las del show, las de la economía o la política.)
2 El número del 30 de mayo de la revista Gente describe el romance entre el hijo del presidente De la Rúa y la cantante colombiana Shakira en términos de una ardorosa relación establecida entre la nueva Reina del pop latino y el flamante Príncipe argentino.
Que ella sea la Reina del pop latino no me sorprende ni incomoda. Confieso, sin pudor, que nada sabía de esta niña antes de su affaire con el joven Antonito. Además, entre los cantantes, suelen propinarse estos títulos reales sin mayores rodeos. Como sea, todos sabemos que Rey hubo uno solo y es el Rey Elvis. Pero aceptemos la condición real de Shakira. Aceptemos que es la Reina del pop latino. Es la condición monárquica del otro personaje la que preocupa. ¿Quién lo nombró Príncipe a Antonito de la Rúa? ¿Qué elegimos los argentinos cuando votamos, presidentes republicanos o monarcas?
3 Este nuevo caso de bragueta desbocada (el primero del austero gobierno que nos dijo venía a acabar con las lacras éticas y estéticas del menemismo) hirió hondamente a la sociedad civil porque coincidió con un duro plan de ajuste que el gobierno conducido por el papá del travieso Príncipe infligió al país. Esto ya fue analizado. Todos –con mucha bronca, con despiadada ironía también– señalaron la asimetría entre un gobierno que exigía e imponía nuevos sacrificios a un pueblo ya sacrificado y su Sushi-péndex consagrado a desatinar sábanas en Bariloche y en Miami. Pero hay otro contraste que también nos debe herir, que reclama nuestra indignación.
En tanto el joven Príncipe vivía sus horas de amor, la Universidad de Buenos Aires echaba a la calle a los siguientes profesores: David Viñas, Noé Jitrik, Ana María Barrenechea, José Carlos Chiaramonte, Elvira Arnoux, Carlos Astarita y Héctor Schenone. Arguyen cuestiones formales. Sea. Supongamos (incluso) que quieran abrir paso a profesores más jóvenes. Hay algo definitivo: la Universidad no puede prescindir de esta gente. Hay que crearles algo. Algo que los retenga. Que les dé el cobijo y el respeto que merecen. Viñas, que dijo quedarse en la calle por esta medida, comentó: “Si éste es el destino, será. Qué fulero destino”. Qué fulero país. ¿No iba a cambiar esto? ¡Hasta se hablaba de una Conadep contra la corrupción! Pero no. Los Príncipes se pavonean con las Reinas y los hombres de la cultura van a la calle. El mismo país, la misma mierda.
4 En 1965, desde el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, conseguimos que Jitrik dictara una cátedra paralela de Historia de la Literatura Argentina. Yo era de filosofía, pero asistí como oyente. ¡No iba a perderme ese curso! Noé era muy joven y fue un vendaval de aire fresco en una carrera dominada por profesores secos, sin imaginación ni talento. La carrera de Letras era un páramo, el reino de la bobería. Noé deslumbró a todos con sus clases sobre Cambaceres, sobre Arlt. Por esos años, Ana María Barrenechea publicaba su libro sobre la irrealidad en la obra de Borges. También escribía sobre el significado de las campañas pastoras en el Facundo, texto que me sería de insoslayable utilidad para mis trabajos sobre Sarmiento, para Filosofía y nación. En 1964, Viñas había publicado la primera edición de Literatura argentina y realidad política. Y no se detuvieron nunca. Y Noé y Viñas, desde luego, fueron perseguidos por la dictadura y tuvieron que exiliarse. Y ahora los exilian otra vez. Qué fulero destino. Qué fulero país.
5 Se dice que el Sushi-péndex fue al camarín de la Reina del pop latino para felicitarla luego de uno de sus recitales. Ahí se conocieron. Se flashearon. Ahora bien, supongamos que el Sushi-péndex la visita a la Reina antes de las elecciones de 1999, antes de devenir Príncipe, ¿hubiera logrado los mismos resultados? El chico no luce muy agraciado. Sonríe y los dientes se le desbordan. Un pelo insidioso le crece entre las cejas, como al Manolito de Quino. Sin embargo, el poder vuelve bellos a los hombres. Por eso, ahora, luego de las elecciones que lo hicieron Príncipe, la Reina Shakira dice que sí, que claro, que cómo no. Ella sabe. Sabe que en un país latinoamericano ser el hijo de un presidente es muy importante. Sabe que ese muchacho, antes, ni se le hubiera atrevido. Ni se hubiera acercado a su camarín. Sabe que si lo hizo es porque el pibe sabe, sabe que puede, que las Reinas están a su alcance, que las puede bancar, deslumbrar, que puede correr tras ellas, de Bariloche a Miami y adonde se le antoje ir, porque el pibe tiene, porque Argentina es un país grande y rico, y quienes llegan allá, a lo alto, al Poder, son Príncipes.
6 Hay algo que sorprende: el Presidente, que es un hombre moderado, que ganó por eso las elecciones, por la promesa de que todo iba a ser distinto del menemismo, lo cubre al pibe. Habla del amor, desliza reparos a los medios, a ese sensacionalismo que no deja en paz a los Príncipes y a las Reinas, habla del conflicto entre los sentimientos y la libertad, habla de todo esto en lugar de llamarlo al pibe y darle una soberana patada en el exacto lugar en que toda la humillada sociedad civil se la querría dar.
Entre tantas incertidumbres, hay una certeza. Podemos, cálidamente, asegurarle al Sushi-péndex que sí, que Shakira va a ser la mujer de su vida, que jamás se la va a sacar de encima, que siempre habrá un argentino para preguntarle ¿todo bien con Shakira, pibe? Que todos recordaremos, durante todos los fuleros años que aún nos toquen vivir en este fulero país, que él, mientras el ajuste sembraba el hambre y la desocupación, mientras Viñas, Jitrik y Barrenechea eran arrojados a la calle, la pasaba tan bien, allá, en Bariloche, en Miami, con ella, con la Reina del pop latino, haciéndole eso que a este país, brutalmente todos los días, le hace el Fondo Monetario Internacional.