La revolución de los otros

1 Periodismo y revolución


Por José Pablo Feinmann

El 7 de junio de 1810 aparece el primer ejemplar de la Gazeta de Buenos Ayres. Es un proyecto de Mariano Moreno, de un hombre que sabe que toda revolución debe estar unida al concepto de propaganda, entendiéndolo como el propósito de los revolucionarios de explicar al pueblo sus fines, los modos y los medios para conseguirlos, quiénes son sus enemigos y quiénes sus aliados. También: qué hay que hacer para estar con la revolución y qué para no estar con ella, es decir, en contra.De esta forma, en Moreno, la revolución se une con el periodismo, entendido el periodismo como propaganda y manipulación. En el Plan de Operaciones escribe: “Los pueblos nunca saben ni ven sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice”.2 La megafusión comunicacionalDurante estos días, durante el mero comienzo de este siglo que promete comerse al tiempo, hemos asistido a un hecho que sus protagonistas califican, sin hesitar, de histórico. Miro a tres de esos protagonistas, los tres principales. Sonríen, ampliamente sonríen y aplauden. Se los ve tan pero tan ganadores, exitosos, tan dueños de la historia. Uno se llama Steve Case, tiene 41 años, y es el fundador de America Online. El otro se llama Jerry Levin y es quien está al frente de Time Warner. El tercero es un conocido de todos: Ted Turner, que fundó la CNN, que tiene campos en la Patagonia y se casó con Jane Fonda, la misma actriz que en los sesenta se fotografiaba, con remerita y sin soutien, abrazando los grandes cañones vietnamitas (del Norte, claro) en algo que ella acaso creó y que fue el erotismo bélico. Le decían Jane Hanoi en esos días. Luego fue Jane Turner, ahora se ha separado de él, se ganó 20 millones en un solo día con la operación de los genios de las comunicaciones, su patrimonio ronda los 200 millones y ha vuelto a la combatividad en el modo del nuevo siglo: recorre el mundo haciendo campaña en favor del aborto y de los derechos de las mujeres. Pero uno le creía más cuando abrazaba los cañones en Hanoi. Ante todo, porque aún no se había casado con Ted Turner. (Digo esto con algún dolor porque yo soy pro-Jane Fonda, a quien admiro como mina, como actriz y hasta, pese a todo, como figura política.)Han informado los diarios de estos días: “America Online, la mayor proveedora de Internet del mundo, protagonizó ayer (se refieren al 10 de enero de 2000) un nuevo record en el mundo de las adquisiciones empresariales: anunció la fusión con Time-Warner, la poderosa empresa de contenidos que controla los estudios Warner y las señales CNN y HBO entre otras”. Y también: “America Online (AOL), el principal proveedor de Internet del mundo, y uno de los principales multimedios del planeta, Time-Warner, anunciaron ayer el inicio de su fusión en una nueva firma cuya valuación conjunta alcanzará alrededor de 270 mil millones de dólares: AOL-Time-Warner. Pero no se trata sólo de la mayor fusión de empresas de la historia, sino también de la confirmación de una tendencia largamente anunciada: el comienzo de la transición de las empresas virtuales –valuadas sobre expectativas en cifras multimillonarias– al mundo real”.3 Un momento históricoEl hombre que está al frente de America Online es el típico ejemplar del self made man norteAmericao. Vendía limonada y repartía diarios en Honolulu. Así son los yanquis, eso se precian de ser: el país de las oportunidades. Un tipo que vendía limonada maneja hoy el más grande grupo de medios de comunicación y servicios de Internet. Se llama Steve Case y al hablar de la megafusión que protagonizó lo hizo así: “Este –dijo– es un momento histórico. Con la unión de las empresas número uno de Internet y de los medios de comunicación, sus respectivos universos se transforman juntando lo mejor de ambos mundos”. Observen la desmesura del lenguaje:historia, universos, mundos. Es el lenguaje de los conquistadores. Estos tipos –que hacen la historia como ellos quieren que sea, es decir, plagada de injusticias, de desechos sociales, de marginalidad, de exclusión– se asumen como revolucionarios. Asumen que es por ellos que la historia avanza. Que son la vitalidad de este nuevo siglo. El motor de la historia, por decirlo así. Y se unen. Y se mega-unen. En tanto, en países como el nuestro, los que dicen ser la izquierda se fragmentan en cuatro o cinco facciones para pelear por tres votos. Porque las cosas son así es que son como son, es que ocurre lo que ocurre, es que ellos ganan, es que la revolución la hacen ellos. La de ellos, por supuesto. No van a hacer la nuestra. Tienen el mundo en sus manos. Y todo indica que lo seguirán teniendo. Habrá que entender, en principio, por qué ocurre así.4 El Homo InternetEn 1997, un ensayista italiano, Giovanni Sartori, publica un libro que venderá miles y miles de ejemplares: Homo videns, la sociedad teledirigida. El esquema era funcional, simple: constataba el pasaje del Homo sapiens al Homo videns. Uno era un ser creador de cultura y conocimientos, el otro era un pasivo receptor de la idiotización televisiva. A este libro se lo está por devorar la historia. La vertiginosa historia que construyen tipos como Savin, Levin y Turner. La tele como instrumento de dominación está pasando a segundo lugar. Digamos que aún encabeza la carrera manipulatoria. Esa que Moreno –desde el horizonte de la revolución jacobina en Latinoamérica– expresaban diciendo que los pueblos nunca saben ni ven sino lo que se les enseña y muestra. Pero ahora –desde el 10 de enero del naciente siglo XXI– al poder manipulador de la tele se le une el de Internet. El monstruo mediático crece sin cesar. Sería absurdo que no lo hiciera. Sería absurdo intentar detenerlo. Sólo hay que decir que esta revolución comunicacional es conservadora. Sé que Savin se reiría de una afirmación semejante. Ocurre que él maneja otros conceptos. Para mí (y para muchos todavía en este mundo torrencial, donde hay más informaciones que verdades), la revolución no se basa solamente en el avance tecnológico. Tiene que estar al servicio, siempre, de la lucha contra la opresión. Contra la injusticia. Contra la exclusión de las mayorías. Contra la inhumanización de los hombres por medio de la pobreza extrema.A mí, como a muchos, me deslumbra la revolución comunicacional. No propongo que nos parezcamos a los obreros del siglo XIX que rompían los medios de producción, las maquinarias del progreso, como si ellos, y no las relaciones de producción, fueran las causantes de la injusticia. No. Pero nada me permite creer que Savin y Turner piensen utilizar el desmedido poder que están concentrando para hacer de este planeta un lugar más justo y más saludable para vivir. Creo que vienen a consolidar las relaciones de injusticia. Son los magos del poder. Son el Hermano Grande de Orwell pero en la modalidad del entretenimiento. Porque seducen, divierten, entretienen. Son HBO, Warner, America Online, son el poder de la imagen en el universo de la imagen-poder. Pronto, muy pronto, cualquiera podrá comprarse una computadora en un supermarket. Y podrá navegar infinitamente en Internet. Y sólo sabrá lo que ellos quieran que sepa, que vea, que crea. Porque ese es el proyecto: entretenernos, entretenernos hasta matarnos, hasta aniquilar en nosotros los últimos vestigios de la conciencia libre, crítica.