Revista La Maga -Número 211 * 31 de enero de 1995


Quién fue Evita

"Evita nunca se sometió a ningún macho." Reportaje a José Pablo Feinmann

Retrato de una mujer contradictoria, trepadora y con agallas

Perón autorizó a Hugo del Carril a filmar la vida de Eva

Tres películas en marcha y otros dos proyectos en duda

"Fue una mujer con intuición política." Reportaje a María Saenz Quesada

Escribe Alicia Dojuvne Ortiz

"¿Quién era realmente Eva Perón?" Por Abel Posse

"Evita 'nace' el 17 de octubre" Por Marysa Navarro


"Evita nunca se sometió a ningún macho"

José Pablo Feinmann es novelista y filósofo. Durante mucho tiempo se dedicó a reflexionar y escribir sobre el peronismo en las páginas de la revista Humor y en otros medios. Hace pocos días terminó de escribir su guión para la película sobre Eva Perón que filmará Juan Carlos Desanzo, del cual adelanta aquí su contenido. El autor de Los últimos días de la víctima se explaya sobre la personalidad de Evita y el papel que cumplió junto a Juan Domingo Perón, y expone su opinión sobre la versión de la historia que filmará Alan Parker. Además, establece un posible paralelismo entre la figura de Madonna -que protagonizará esta película- y la de Eva Perón.

por Jorge Belaunzarán

-¿En qué se basa la polémica que se desató a partir de que se confirmó que Madonna hará el papel de Evita en la película de Alan Parker?

-Creo que el verdadero sustento de la polémica viene de la figura de Evita. La figura de Evita es contradictoria, lo cual la torna fascinante. Es una de las más fascinantes de la historia argentina y, en alguna medida, de la historia en general. Es mujer y actriz en un país machista; es una mujer que trepa, llega y gana el poder; es una mujer que muere joven -como los elegidos de los dioses-; es una mujer con una enorme pasión por la justicia social, por nivelar las clases sociales y por el distribucionismo económico; y a la vez con un carácter muy fuerte, autoritaria, sin mucho respeto por las formas democráticas. Todo esto conforma una figura tremendamente contradictoria con facetas positivas, negativas, blancos, negros y grises. Y todo esto hace que sea una figura que convoca la imaginación de muchos escritores, guionistas, novelistas. En cuanto al proyecto de Parker, se basa en la comedia musical que escribieron dos ingleses. Conozco bastante sobre versiones de Eva Perón e interpretaciones del peronismo porque durante muchísimos años me encargué de estudiar ese fenómeno tan difícil de ubicar, tan errático, que es el peronismo. Y la Evita de Tim Rice responde a la clásica visión que los europeos tienen de Evita y del fenómeno peronista en general. Es decir: Evita fue una demagoga, una trepadora con enormes ambiciones de poder, y Perón fue un manipulador de masas, un dictador y un fascista. Y la gente que los siguió eran individuos sin una clara conciencia social, política, clasista, manipulados por esta especie de pareja diabólicamente ambiciosa.

-¿Cuánto hay de verdad y cuánto de fantasía en esta visión que describe?

-¿Cuál es la verdad histórica? Creo que no existe como tal. No hay nadie que pueda decir "Ésta es la verdad". Lo que existe son determinadas interpretaciones acerca de la historia. La versión que está haciendo Madonna es la lectura típicamente europea; yo hago otra, que no es absolutamente diferenciada, pero que es distinta. Además, creo que lo que tiene de fascinante la figura de Evita es que no propone una verdad, sino que permite varias verdades, varias lecturas, varias posiciones, que abren el campo infinito de la polémica. Y por eso estamos aquí hablando de Evita, porque si hubiera una verdad sobre Evita no hablaríamos más y listo. Evita no era monolítica. Actuaba de muy distintos modos y esto configuraba una totalidad altamente problemática y compleja. Y por eso es que hay tantas Evitas. ¿Cuál es la verdadera? No sé.

-¿Hay alguna figura actual que tenga esa multiplicidad de facetas, esa riqueza que tenía Evita?

-En la actualidad no hay una figura que se le pueda comparar. En gran medida por el momento en el que apareció, que era de gran fluidez histórica: la posguerra, el surgimiento de América latina. La Argentina era un país poderoso, un país codiciado por España, los Estados Unidos, Inglaterra. Hoy no nos codicia nadie. Era una país en el cual podía sentirse de alguna manera la centralidad de la historia. Hoy más bien sentimos que si en alguna parte del mundo estamos es más cerca del culo que de la cabeza. Y por eso existen burdas simplificaciones. Por ejemplo, la Evita de los grandes vestidos podría ser una especie de Amalita Fortabat. Pero Amalita es sólo eso: el lujo, los grandes vestidos. La Evita desafiante, callejera, por ahí tendría algo de este mínimo personaje que es Mariana Nannis, que tiene algo de esa cosa callejera y popular que tenía Evita; es decir de la mina que vino de abajo, trepó y se vuelve agresiva en su manera de hablar, en su manera de comportarse. Y después no hay más, porque no hay gente muy combativa hoy en día. Digamos que la pasión por los obreros y los desheredados que tenía Evita no está presente en ningún lado. O está presente en las mujeres de algunos gobernadores que quieren imitarla, pero se nota enseguida que son torpes imitaciones. Por el momento sigue siendo irrepetible. Esa mezcla de mina trepadora, de lenguaje callejero, de pasión por los humildes, de autoritarismo, de verticalismo y de desenfrenada pasión por la justicia social es muy difícil que se repita en una sola persona. Además, lo que influye decididamente en Evita es la muerte joven. Para ser Evita hay que pagar el precio de morir joven. Hay que preguntarle a mucha gente ¿usted está dispuesto a morir a los 33 años y ser Evita? Y bueno, no sé. Muchas de estas imitadoras que aparecen no sé si quemarían su vida en la militancia, como la quemó Evita. Porque el cáncer de Evita es una descomposición de su cuerpo, pero también Evita se quema en la militancia. Esto es muy claro.

-¿Podría ampliar esa idea?

-Evita es de esos personajes que sienten que representan la historia en determinado momento, que pasan a encarnar la historia. Cuando Sarmiento estudia a Quiroga en el Facundo, dice: "Estudio a Quiroga porque la historia en determinado momento se encarna en Quiroga". Esto es lo que Hegel llamaba individuo histórico universal, que era ese individuo que en determinado momento encarnaba el sentido de la historia. Napoleón, para Hegel. Creo que Evita tenía conciencia de que a partir de 1946 encarnaba el sentido de la historia en la Argentina, y sobre todo lo encarnaba como mujer. Porque era absolutamente singular en ese aspecto: política, agresiva, apasionada, arrabalera, mujer y justiciera social. Era única. Sabía que lo encarnaba, que estaba montada en el sentido trascendente de la historia. Y que tenía que consagrar su vida para esa trascendencia histórica. Y ella quería pasar a la historia; pasó a la historia y creo que se consumió pasando a la historia. Se agotó en pocos años porque su militancia, el fuego de esa pasión fue tan grande que, de algún modo, la quemó.

-Incluso ni siquiera quería dormir para tener más tiempo para dedicarle a su tarea.

-Ni siquiera quería dormir. Aparte, lo interesante es que no dormía porque siguió sus costumbres de la farándula. Las actrices no duermen de noche o se acuestan muy tarde. Entonces Evita se dormía cuando Perón se levantaba. Es muy interesante porque los contactos entre Perón y Evita a partir de 1949 son mínimos. Indudablemente no comparten el lecho, lo cual muestra que tienen la libido en otra parte: Perón en el poder y Evita en la justicia social. Evita sigue acostándose tarde y duerme muy poco, dos o tres horas, porque sabe que no le alcanza el tiempo. Creo que en toda esta gente hay un presentimiento cruel y helado de saber que van a morir jóvenes y que tienen poco tiempo, entonces se consumen en lo suyo. Evita, a partir de determinado momento, aunque nadie le haya dicho que tenía cáncer, sabía que tenía poco tiempo. Y lo decía: "No me alcanza el tiempo", "Hay que seguir". Y esta falta de tiempo es paralela a su fanatismo, entrega, perseverancia, obstinación, que son notables.

-¿Tiene algo que ver que sea 1949 la fecha en que Perón y Eva dejan de compartir el lecho o es casual?

-Hay algunos que dicen que en esa fecha se detectan algunos problemas corporales en Evita determinados por su cáncer, lo cual impide una relación sexual de índole claramente vaginal entre ellos. Pero yo no voy por ese lado. A partir de 1950, Evita está tan metejoneada con lo que tiene que hacer que no tiene mucho tiempo para compartir la cama con Perón. No es, además, lo que se puede decir una pareja sexuada; es una pareja que comparte objetivos políticos, de poder y de distribucionismo económico y social. A partir del 50 Evita está muy metejoneada con ser Eva Perón, que es una de sus transformaciónes más fascinantes: primero es Eva Duarte, después es María Eva Duarte de Perón -cuando viaja a Europa como esposa del Presidente- y luego Eva Perón en su momento de mayor militancia. Incluso en esta última etapa es cuando abandona su nombre de soltera y asume el de Perón, pero con el Eva y el Evita, que es el que ejemplifica más el nombre de la militante, porque así la llamaban los obreros. Y durante esa etapa está entregada a su pasión militante. El amor de Evita por el pueblo pobre es de enorme intensidad. Esto es indiscutible. Si hablamos de verdades, ésta es una verdad que no se puede discutir. Sí hay interpretaciones: que lo hizo por demagogia, por ambiciones de poder, para ser enaltecida, reconocida. De todos modos, sea por lo que haya sido, lo hizo. Cuando tanto se dice hoy en día que Madonna ofende la memoria de Evita, los que ofenden la memoria de Evita son los que generan desempleo. Ofender la memoria de Evita es dejar gente sin laburo en la Argentina. Eso sí la horrorizaría, la lastimaría profundamente, porque la desesperaba que la gente no tuviera trabajo ni cobertura social.

-¿Evita era como la imaginaban los jóvenes de los 70?,¿era revolucionaria?

-La Argentina del 46 vive un momento de gran prosperidad que le permite a Evita ejercer un distribucionismo económico y político, sin alterar el juego entre clases dominantes y dominadas. Ella no es una revolucionaria en el sentido clásico. Marx no la hubiera considerado así. Ella no propone suplantar al capitalismo por el socialismo, propone hacer el capitalismo más justo, humanitario, distributivo. No pensaba en un sistema alternativo al capitalista. Esto incluso la podía llegar a horrorizar. Aunque creo que hacía socialismo o una política de izquierda, entendiendo por esto aquella que tiende al igualitarismo. De todos modos, lo que Evita claramente advertía era que el capitalismo podía ser mejor. En este sentido nos vendría muy bien una Evita hoy, porque la situación es muy mala. Pero estaría a contramano de la historia. Lo que vemos ahora es que la coyuntura da surgimiento a políticos que están de espalda a las necesidades de las masas, son corruptos, insensibles, frívolos, injuriosos, ostentosos. Se hace difícil imaginar a Evita hoy. Estaría muy asqueada, en todo caso. Pero no veo de dónde podría salir.

-¿Y en cuanto a lo que le faltaba a Evita, según sus críticos, que era el tinte democrático, la tolerancia?

-Eso está vigente en muchos actos de este Gobierno, que se muestra muy irritativo con la prensa, con los disidentes. Pero Evita concedió mucha menos libertad de prensa que este Gobierno. Para la campaña del 11 de noviembre del 52 todas las radios y los diarios estaban en manos del peronismo, y Evita estaba muy contenta con eso. "Hay que cerrarle la boca a la oligarquía", decía Evita. Era una mujer de hábitos autoritarios, también muy condicionda por el autoritarismo de la oposición. No hay que olvidar que Evita debía saber, o debía intuir, que si el gobierno peronista caía, también lo iban a prohibir, perseguir, torturar y fusilar, tal como ocurrió. Hasta el nombre le prohibieron los que vinieron en el 55. Ella plantea la política como guerra, como oposición tajante, irreconciliable, y no como disidencia tolerante. También así la veía la contra. Era un momento de posiciones irreconciliables.

-¿Quiénes fueron los primeros intolerantes?

-La intolerancia fue anterior a Evita. Después del golpe (José Evaristo) Uriburu fusila, tortura, y luego (Agustín) Justo persigue, prohíbe diarios y realiza elecciones fraudulentas. Lo que existe es el fraude. Así que claramente Evita venía de una época de gran mentira institucional que estaba protagonizada por el general Justo.

-¿Se puede decir, desde la perspectiva del que reivindica su figura, que "el autoritarismo de Evita se justificaba"?

-Desde la perspectiva de hoy el autoritarismo siempre es equivocado. No puedo avalar de ninguna manera el autoritarismo, porque hoy estamos en una saludable etapa de revalorización profunda de la democracia. Y eso me parece uno de los signos más positivos de esta etapa histórica. Antes que Evita llegara al poder hubo muchos años de historia argentina en los cuales el fraude era la mecánica institucional. Años en los cuales, incluso, los gobiernos se elegían en la Cámara de Comercio Argentino-Británica. El presidente de la Argentina iba a ser Robustiano Patrón Costas. Ahí aparece el golpe del 43, de los militares del GOU, que indudablemte tenían simpatías nazifascistas, pero que internamente se oponían a la tradicional oligarquía. Uno no puede estar con los militares del 43, pero tampoco con la oposición. Evita nace como una mujer que odia a esa oligarquía. Aparte hay algo fundamental: Evita era bastarda, hija ilegítima, provinciana, pobre y mujer en la Argentina de 1935. Lo único que tenía era que era linda y tenía un lindo cuerpo, y eso lo instrumentó. No tengo la menor duda de que se lo levantó a (Agustín) Magaldi para rajarse de Junín, y es muy probable que haya usado un par de camas para trepar, lo cual me parece muy bien, y eso la vuelve más fascinante todavía. Me parece de un cretinismo infinito que digan que era un puta, y me parece que la oligarquía siempre le contestó a la verdadera pasión de Evita con chismes de letrina. Evita era una apasionada fascinante y la oligarquía le ponía una lupa a su pasado a ver si había andado con (Pedro) Quartucci o con Magaldi. Cosas miserables, pequeñas ruindades que se pintarrajean en las letrinas. Y Evita tenía una grandeza que iba más allá de eso. A mí ese pasado que cierto peronismo intenta ocultar tanto para que Evita sea santa me resulta más fascinante. Me resulta fantástico que Evita haya venido de Junín con Magaldi porque se lo levantó utilizando lo único que tenía, que era su cuerpo, su belleza y su juventud, en vez de que haya venido sola como una niñita santa a la ciudad buscando el porvenir humildemente con su valijita. ¡No! Yo creo que Evita tenía agallas y tenía que luchar contra que era bastarda, pobre, mujer, provinciana. ¡Qué te parece! En la Argentina de 1935. Por supuesto que quería subir, era muy ambiciosa; si no, no hubiera sido Evita y no estaríamos hablando de ella.

-En alguna de las entrevistas que concedió Madonna dijo que le gustaba el personaje de Evita porque pensaba que se parecían en sus respectivos ascensos.

-Ahí Madonna no se equivoca, hay una parte de una Madonna pasional... a ver si lo puedo tomar por el lado de Evita. Creo que Evita nunca se sometió a ningún macho. Ni siquiera a Perón. A Perón lo tapaba de elogios, lo inundaba de frases monumentales y enormes declaraciones de amor, pero no se le sometió. Cuando algunos dicen que Perón no tuvo adversarios de peso en la Argentina de los 50, yo creo que el adversario de peso que tuvo Perón fue Evita. Y esto es un tema muy delicado. Esta es una postura ideológica muy personal, pero Evita fue el adversario de Perón. Perón nunca iba a ir hasta los extremos. Evita hace traer armas de Holanda, 500 ametralladoras y 1.500 pistolas automáticas, para armar a los obreros. Cuando Evita muere, Perón les da esas armas a la Gendarmería y con esas armas la Gendarmería lo derroca en el 55. Perón es un político, un conciliador, un negociador, y Evita es una apasionada que llega a los extremos. Realmente, la gran figura alternativa, la gran figura que se le opone a Perón, es la de Evita, no la de Balbín, precisamente. Madonna tiene en su historia personal esa actitud de tomar la delantera ante los hombres. Como mujer uno puede ver a Madonna desde ese aspecto, una mujer activa, que se le anima a los hombres; no una mujer que está a la espera de lo que el macho haga, sino que ella hace lo que quiere con el macho. Y en ese sentido creo que Evita era así. Evita se lo levanta a Perón. Evita era así, era una mina que se le animaba a los machos. En este sentido era profundamente activa y profundamente opuesta a esa imagen tradicional de la mujer pasiva, de la mujer en el hogar, a eso de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. No, un carajo. Evita no estaba detrás de ningún gran hombre, ella era una gran mujer por sí misma. Y si esto es bastante intolerable todavía, imaginate en la Argentina de los años 50 una mujer con esas características.

-En el terreno de la ficción, ¿se podría suponer que Perón no hubiera llegado hasta donde llegó sin Evita?

-Incluso creo que casi no sería necesario hacer ficción. Hay una carta de Perón a Evita de unos días antes del 17 de octubre del 45, cuando estaba en la cárcel, en donde le dice que quiere dejar todo, que se quiere ir al Sur, y es Evita la que lo impulsa a seguir. Perón pierde el fuego sagrado con la muerte de Evita. Después de su muerte, Perón entra en una etapa de frivolidad, de tener amantes adolescentes como Nelly Rivas, en la etapa de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), negocia con el capital extranjero -algo que Evita no quería hacer en absoluto- y entra en contradicción con el artículo 40 de la Constitución justicialista del 49, que defendía el control estatal sobre los resortes fundamentales de la economía. Se vuelve el Perón de la gorrita, de la pochoneta. Creo que Evita le hubiera dado tres o cuatro patadas en el culo y lo hubiera puesto en caja. "¿Qué hacés tarado? -le hubiera dicho-. Una revolución no se hace así." Perón pierde muchísimo con Evita, y no lo recupera más. Hasta tal punto no lo recupera que se une con una mujer que es la caricatura de Evita.

-¿Perón se menemiza después de la muerte de Evita?

-Sí. El Perón del 54-55 es un Perón menemista. Es un Perón de la frivolidad, la joda, la estupidez, de la entrada del capital extranjero, de las relaciones con los Estados Unidos, de una sexualidad muy bifurcada. Como si se hubiera decidido a coger desde el 54 en adelante. Y lo hizo mal, con mucha torpeza, demasiado públicamente, sin ninguna grandeza, en el mundo de la caricatura. Y la mayoría de las caricaturas de la llamada Revolución Libertadora son las de ese Perón: el Perón con la pochoneta, con el gorrito pochito, con las chicas de la UES. Perón da mucho material para que se lo denigre, para que se lo subalterne. Y está el Perón con Fangio, con Gatica, amigo de los deportes. Toda esa cosa muy menemista.

 


Retrato de una mujer contradictoria, trepadora y con agallas

I. B.

“Los guionistas somos muy mentirosos, como todos los creadores. No hay nada más fascinante para un escritor que hacer ficción e interpretar. Todo es interpretable. Mi Evita es la interpretación que yo hice de ella. Basado en bibliografía, pero los diálogos de mi guión no sé si existieron. Borges decía una cosa hermosa sobre Manuel Gálvez: ‘Entre lo verosímil y la imaginación, Manuel Gálvez siempre elige lo verosímil’. Se trata de elegir la imaginación”, dice José Pablo Feinmann acerca del guión sobre Eva Perón que terminó de escribir hace algunos días para un proyecto que filmará Juan Carlos Desanzo.

Feinmann se muestra muy conforme con su trabajo, que le llevó cinco meses: “En mi guión Evita habla todo el tiempo y es muy interesante su lenguaje, porque no habla como una santa, te lo aseguro. Evita era muy carajeadora y eso no se vio en el cine. Pero además carajeaba con mucha gracia. Por ejemplo, le dicen ‘Te va a operar un médico que se llama George T. Back’ y ella dice: ‘¿La T de qué es, de te jodiste?’. Chistes muy del 50, que podrían haber aparecido en Patoruzú o Rico Tipo. Y tampoco vacila en reputear a quien tiene que reputear. A Juan Duarte, por ejemplo, cuando él se va con minas en el viaje a España, ella lo va a buscar y le dice: ‘Te dicen jabón Lux porque te encamás con nueve de cada diez estrellas de cine’”.

La Evita de la historia de Feinmann es contradictoria, trepadora y con agallas, como a él le gusta. “Es la que dice ‘me hubiera levantado al Petiso Orejudo para rajarme de Junín’; la que en el momento previo de conocer a Perón le dice a una amiga: ‘Negra, éste es el levante del siglo’ y se va a buscarlo a Perón y se lo levanta; la que tiene una charla con Enrique Santos Discépolo, en la cual Discépolo le dice: ‘Estoy sufriendo porque me están odiando y me dicen que yo usé la radio para apoyar al gobierno peronista y no hubo posibilidad de que alguien me contestara porque estaban prohibidos’. Y Evita le responde: ‘Vos no entendés nada. O prohibimos nosotros a ellos o nos van a prohibir a nosotros. O hablamos nosotros o hablan ellos. Ya vas a ver que cuando nos hagan caer no nos van a dejar ni el nombre’.”

- ¿Cuál es el eje de la historia?

- Es el año 1951, que es un año muy fascinante en la vida de Evita porque empieza con la huelga de los ferroviarios contra Perón a la que ella enfrenta personalmente. Sigue con la clausura de La Prensa, donde hay una conversación con John William Cooke, y después el renunciamiento del 22 de agosto del 51. El hecho de que la gente no tenga claro si Evita llegó a la vicepresidencia fue una buena coyuntura para armar una especie de thriller político. ¿Llegará Evita a la vicepresidencia? es la pregunta que tiene que develar el guión. Todo se va armando a partir del 51 con racconti hacia momentos fundamentales de la vida de Evita como, por ejemplo, cuando va a Chivilcoy por la muerte de su padre y le dicen que se vaya porque es hija ilegítima. Esa bastardía a ella la condiciona enormemente. Ella quiere ser vicepresidenta porque quiere tener algo institucional en su vida, algo legalizado, porque siempre fue una ilegal. Ese es su verdadero anhelo por la vicepresidencia.

En su historia, Feinmann no deja muy bien parado a Perón: “Él no la respalda para la vicepresidencia. Durante el acto le dice ‘Deciles que aceptás sin decir que sí’. Y Evita le pregunta: ‘¿Cómo se hace eso?’. ‘No sé, mandalos a sus casas’, le responde Perón. La misma frase que Edelmiro Farrell le dijo a Perón el 17 de octubre cuando estaban las masas en la Plaza. En su dormitorio, esa noche, ella le dice: ‘Me dijiste lo mismo que te dijo Farrell. A veces en vos el milico puede más que el líder obrero’”.

 


Perón autorizó a Hugo Del Carril a filmar la vida de Eva

El 14 de junio de 1971, en Madrid, Juan Domingo Perón firmó un documento en el que autorizaba a Hugo Del Carril a realizar un filme sobre Evita. “Por la presente delego en la persona del Señor Don Hugo Del Carril, con carácter de absoluta exclusividad, todo lo concerniente a la filmación de la vida y obra de mi Señora María Eva Duarte de Perón. Declaro asimismo que este es el único compromiso existente y que nadie ha sido anteriormente autorizado al efecto”, decía el texto que firmaba Perón.

Un año después, Del Carril declaraba a la revista Radiolandia: “No sólo he mantenido vivo mi proyecto y mi plan para filmar La vida de Eva Perón, sino que también tengo preparados todos los bocetos y borradores del guión. Pero lo fundamental de esta idea es que el mismo General Juan Domingo Perón es el más entusiasta al respecto. Para ello fue que me dio la plena autorización para filmar la vida de su extinta esposa. Y me la otorgó en 1971, como si hubiera tenido la premonición de que en poco tiempo estaría nuevamente en el corazón del pueblo argentino como un triunfador, ya que en aquella fecha esto era sólo un anticipo esperanzado, pues todos saben que entonces no se hubiera podido hacer la película”. El proyecto, como otros destinados a llevar al cine la figura de Eva, nunca se realizó.

 


Tres películas en marcha y otros dos proyectos en duda

D. B.

Además de la polémica y fastuosa versión cinematográfica de la ópera Evita a cargo de Alan Parker, por lo menos otras dos versiones nacionales intentarán narrar la “verdadera” historia de la ex primera dama argentina. Confirmadas las producciones de Víctor Bó y Aleph Producciones (empresa del editor de Página/12, Fernando Sokolowicz) resta confirmar si el mexicano Alfonso Arau -en un principio tentado por Bó- y Leonardo Favio llevan adelante sus respectivos largometrajes.

Hacía mucho tiempo que la Argentina no figuraba en los principales medios de espectáculos del exterior. Ahora, gracias a la Evitamanía, los proyectos en danza ocupan considerable espacio en, por ejemplo, las dos publicaciones líderes del negocio cinematográfico: Variety y The Hollywood Reporter.

Esta última, por ejemplo, publicó hace dos semanas que el productor Víctor Bó ofreció la dirección de su película al mexicano Alfonso Arau. “Arau sería ideal para mi proyecto”, aseguró el hijo de Armando Bó. Sin embargo, el realizador de Como agua para chocolate y Un paseo por las nubes le aseguró a la misma revista que “estoy viendo la posibilidad de producir y quizá dirigir otra película, titulada Eva Perón, con la cantante argentina Nacha Guevara como protagonista”. Arau y Guevara se conocen desde hace varios años y estuvieron dialogando hace algunos meses en un festival internacional. De todas maneras, en un reportaje concedido a esta revista, la actriz aseguró que todavía no recibió una propuesta concreta del cineasta mexicano.

Bó, quien en los últimos meses aseguró alternativamente que su película estaba “confirmada y lista para ser filmada” y “descartada por falta de apoyos”, confirmó ahora que entre junio y julio iniciará el rodaje. Según él, la película que financiará junto con Argentina Sono Film costará entre cinco y seis millones de dólares, será “la más real y documentada de todas”, contará con Andrea Del Boca en el protagónico y con Enrique Torres -cuñado de la actriz- como guionista. Bó también aseguró que “si no es Arau, contrataremos a otro director de renombre internacional”.

Quien sí tiene director pero no protagonista es el proyecto Eva Perón, abanderada de los humildes. Juan Carlos Desanzo será el realizador y José Pablo Feinmann el guionista de este filme, de 3,5 millones de dólares de costo, que posiblemente cuente con capitales españoles y en el que Héctor Alterio sería Juan Domingo Perón, mientras que Evita surgiría de un inminente casting. Según una información que la productora Aleph repartió a los medios, el filme fue declarado “de interés cultural” por la Cámara de Diputados; “de interés nacional” por el secretario general de la Presidencia de la Nación, Alberto Kohan, y cuenta con apoyo asegurado de la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, del secreatrio de Cultura de la Nación, Mario O'Donnell y de la Fundación Eva Perón. La cantidad y calidad de estos apoyos parece quitarle al filme de Bó el carácter de versión oficial que hasta el momento parecía tener asegurado.

Quien todavía no ha dado señales públicas acerca de si filmará o no su película sobre Evita es Leonardo Favio, cineasta favorito del presidente Carlos Menem, del gobernador bonaerense Eduardo Duhalde y del titular del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Julio Márbiz. Hasta el momento, el realizador de Gatica, “El mono” se limitó a publicar solicitadas informando el inicio de la preproducción. Si llegara a confirmarse este rodaje y el de Arau, serían entonces cinco los largometrajes que convertirán seguramente a 1996 y 1997 (cuando se estrene la mayoría de estas producciones) en el bienio de la gran batalla cinematográfica de Evita.

 


María Sáenz Quesada: “Fue una mujer con intuición política”

Averiguar cuánto de mito y cuánto de realidad tuvo la vida de Eva Perón es una tarea ardua. Abel Posse en La Pasión según Eva (Emecé Editores), Alicia Dujovne Ortiz en Eva Perón. La biografía (Aguilar), Marysa Navarro en Evita (Planeta) y Tomás Eloy Martínez en Santa Evita (Planeta) son algunos de los autores que intentaron dilucidar los misterios de uno de los símbolos más controvertidos de los argentinos. La historiadora María Sáenz Quesada cuenta cómo se contruyó el mito: desde el nacimiento de Eva Duarte en 1919 hasta su muerte en 1952 y aún muchos años después, la historia de Evita creció gracias a los ingredientes aportados tanto por sus más fieles adoradores como por sus más radicales detractores, haciendo aún más difícil descubrir cuál es la verdadera Eva Perón.

Por Mariana Roveta

“La figura de Evita, su figura histórica, su significación real y concreta, está modificada por su condición de mito y el mito es algo que surge de manera oscura en el pasado, en la prehistoria de los pueblos y es adoptado, tiene un simbolismo especial y entonces actúa más allá de lo que realmente fue aquello que representa”, explica la historiadora María Sáenz Quesada, subdirectora de la revista Todo es Historia y autora de Mujeres de Rosas y Los estancieros, entre otros libros.

Esta condición de mito con la que está teñida la vida de Eva Perón se registra desde el momento de su nacimiento: “La dificultad de llegar a conocer sus orígenes, el acta de nacimiento que desaparece, su condición de hija natural, le dan a su vida esa dimensión de mito desde que nace. Luego se van agregando otros elementos; cómo llegó a Buenos Aires, quiénes fueron sus protectores, quiénes fueron sus amantes. Todos estos elementos dificultan la búsqueda de una verdad definitiva acerca de quién era Evita realmente”, opina Sáenz Quesada.

A pesar de este aura que impide muchas veces conocer en profundidad la verdadera personalidad de Evita, la historiadora considera que hay elementos que contribuyen a establecer pautas para dilucidar quién era “la abanderada de los humildes”: “Fue una persona que mereció el desprecio de una sociedad. Su origen humilde justifica el espíritu reivindicativo que adopta a partir del encuentro con Perón y con el grupo militar de la Revolución del 43 y el encubrimiento de su pasado a base de esfuerzo y de seducción”.

Si bien es cierto que Evita renovó el papel tradicional de la primera dama imprimiéndole un matiz activo y novedoso, una vez incorporada en la vida política, el mito de Eva siguió creciendo gracias al extenso anecdotario que comenzó a circular. Su muerte trágica a una edad temprana, la momificación de su cadáver, su posterior desaparición luego del golpe de Estado del 55, la recuperación del cuerpo y los rumores de la extraña relación que supuestamente mantenía José Lopez Rega con el cadáver en la residencia de Puerta de Hierro, fueron las piezas que terminaron de armar el rompecabezas e inspiraron a las generaciones que lucharon contra los detractores.

“El otro aspecto de Evita es el que muchos se resisten a reconocer: Evita colaborando para la visión verticalista de los sindicatos que tenía el peronismo o actuando contra la huelga de ferroviarios de enero del 51 que culminó con una represión muy fuerte del movimiento obrero, actuando como alguien que viene de muy abajo y adhiere sin resistencias, sin posibilidades de diferir de la visión que Perón, que es la del peronismo como expresión del anticomunismo, como presión de una derecha moderada católica. Todo esto Evita lo acepta”, agrega la historiadora.

-¿Se puede hablar de Evita como mujer política?

-Sí, es una mujer política que actúa sin salirse del esquema impuesto por la presidencia de Perón, pero es una mujer con intuición política.

-Su relación con las masas, ¿formaba parte de una estrategia política o surgía de la pura intuición?

-Yo pienso que era intuitivo, sus discursos son dichos desde adentro, absolutamente viscerales. Son modos de comunicación que llegaban en forma directa de la misma manera en que eran expresados a quien los recibía y rechazados por aquellos a quienes ella llamaba “vendepatrias”. Da la impresión de que en esos discursos hay mucho de la verdadera Evita.

-¿En qué medida contribuyó Evita a la construcción de su propio mito?

-Tenía una inseguridad básica muy comprensible que al mismo tiempo iba creando el mito. Uno de los testimonios que cita Roberto Vacca en su libro dice que ella se convirtió en un mito y que estaba convencida de que lo era. Además, está en nuestra conciencia colectiva; el realismo mágico latinoamericano está presente en la Argentina, que como sociedad oficial se considera muy racional, pero que con Evita se reencontró como sociedad latinoamericana, porque fue una forma de encontrarse representada por ella. Era el gusto por la princesa, por la actriz.

-En relación con su época de actriz, ¿qué es lo que realmente se sabe sobre la supuesta prostitución de Evita?

-Yo no sé, pero el tema de la prostitución de Evita es como el tema de toda mujer sin ninguna influencia que solamente puede llegar a través de influencias masculinas; eso le pasó a Evita y a muchas otras mujeres de su época. La mujer desprotegida en este mundo machista y sin ninguna educación sólo puede llegar a través de influencias masculinas. De ahí a que le gustara la prostitución o que fuera una prostituta nata, no. Me da la impresión de que recurrió a la única forma de salir de su anonimato.

-¿Por qué la película de Alan Parker despierta reacciones tan adversas?

-Yo no creo que esté despertando reacciones. Me parece que el peronismo, o algunas diputadas, están dando una especie de último grito, como decir: “¡Aquí estamos!”. La globalización de la cultura llega también al mito de Evita, pero no ya para un grupo restringido de Nueva York o de Londres, sino en una película candidata seguramente al Oscar y con una actriz del nivel de Madonna. Entonces los chicos argentinos van a incorporar a la Evita de Parker antes que el mito de Evita que conocen sus familias. Creo que para el Gobierno esto es casi una ventaja dentro de la confusión que en este momento el peronismo tiene respecto de sus orígenes; esta Evita posmoderna, donde nada importa demasiado, lo beneficia.

 


“El poder la excitaba mucho más que la potencia sexual”

Por Alicia Dujovne Ortiz

El poder la excitaba mucho más que la potencia sexual. Y, como muchas mujeres, le era fácil sentir ternura por una corpulencia viril de la que sólo ella conocía el secreto. Además, ser la única en saberlo ¿no equivalía a tener dominio sobre él? Y Perón, al afirmarle a (Hugo) Del Carril que el propietario de su bragueta no era otro que él mismo, ¿acaso no confesaba el temor a haber caído prisionero? (...).

Por otra parte, la singularidad sexual de Perón le dejaba el campo libre para pasar de inmediato a las cosas serias, a la política. En el relato de Del Carril, Perón ya ha observado el olfato de Evita. El testimonio de Arturo Jauretche, citado por Borroni y Vacca, lo confirma: “Conocí a Evita un mes después de que se juntara con Perón. Como él estaba enfermo, me pidió que fuera a su casa de la calle Arenales para hablar con él. Por más que se hubiera metido con el teatro, Eva era una chica asexuada. Esa era su afinidad con Perón, porque tampoco él era muy sexual. En ese casamiento se juntaron dos voluntades, dos pasiones de poder. No fue un casamiento por amor” (...).

Evita dejó entrever una ligera irritación, al decir que Perón la exasperaba, tratándolo de loco y criticando su sándwich de chorizo. Sin duda, una coquetería de desollada viva que se abstiene de mostrar su alegría por temor a verla evaporarse. Pero había algo más: Perón, el verdadero, el de todos los días, comenzaba a impacientarla.

Y a medida que ese Perón le iba dando dentera, el otro, el Perón ideal, iba ocupando en su corazón todo el lugar disponible. Éste es el Perón al que ella amó hasta la adoración y el sacrificio. Por gratitud a este Perón, el redentor que la había elegido, purificado y salvado, Evita hubiera sido capaz de ir cantando a la hoguera, y efectivamente fue capaz de destruirse a sí misma por medio del cáncer. “No hacía más que darme las gracias”, le confesó Perón a su biógrafo Tomás Eloy Martínez. ¿Acaso ese amor místico que había despertado lo impacientaba, a su vez? A estas alturas, ¿se hallaría ya en condiciones de entender que ella lo amaba por transparencia, más allá de su cuerpo ancho y de su sándwich de chorizo, y que idolatraba su imagen mucho más que a él mismo? ¿Pero, quién era él mismo, el “verdadero” Perón? ¿Y cómo responder a esta pregunta si, de modo programado y conciente, ambos estaban abocados a la tarea de elaborar una imagen pública? (...).

Algún día, en La razón de mi vida, llegaría a confesar, con increíble candor, que Perón estaba celoso de Perón. ¿Quién no lo hubiera estado en su lugar? ¿Cómo rivalizar con su doble idealizado? ¿Qué hombre le hubiera llegado a las suelas de los zapatos a un héroe semejante? Traicionar a su marido con él mismo fue el gran pecado de esta Magdalena que, al volverse rubia y al optar por su imagen transfigurada, se fue infiel a sí misma ella también (...).

Atraída por la celebridad del joven modisto (Paco Jamandreu), que vestía a las actrices pero también a las señoras de la alta sociedad, Evita lo había llamado para encargarle ropa. Pero su pedido fue más allá de unos cuantos vestidos. Lo que deseaba era que él la ayudara a forjar una doble imagen que correspondiera a su doble identidad: la de la actriz y la de la mujer política. La hija ilegítima de un estanciero y de una mujer de pueblo, que siempre había soportado pasivamente su doble identidad, se disponía a representar de manera conciente los dos papeles, tornando activo y positivo lo que sólo había sido hasta entonces un sufrimiento ciego.

“No pensés en mí como en una de tus clientas -le dijo-; en mí habrá desde ahora una doble personalidad; por un lado la actriz; ahí mariconeá hasta el más allá: lamés, plumas, lentejuelas. Por otro lado, lo que este mandón quiere hacer de mí, una figura política.”

(Fragmentos de Eva Perón. La biografía. Ediciones Aguilar, 1995. La periodista y escritora Alicia Dujovne Ortiz nació en Argentina; actualmente vive en Toulouse, Francia.)

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¿Quién era realmente Eva Perón?

Un texto del escritor cordobés Abel Posse

Entre los numerosos escritos sobre Eva Perón, el libro La pasión según Eva, del cordobés Abel Posse, intenta responder, según el escritor “la pregunta esencial (rilkeana): ¿Quién era realmente?”. En el texto que se reproduce a continuación -escrito especialmente por Posse-, el autor de Los perros del Paraíso sostiene que trató de “fijar la versión más verídica de cómo fue Eva, más allá de la anécdota, la vituperación, el elogio ciego o el egoísmo literario irresponsable”.

Por Abel Posse

Antes, Evita estuvo ocultada por la demonización opositora o antiperonista (incluida la izquierda intelectual) y por la sacralización partidaria.

Ahora está sometida a un nuevo intento de neutralización o fagocitación: su transformación en mito internacional, en figura del panteón mundial, fácilmente novelesco. Para el mundo exterior, Evita será lo que decida Alan Parker con sus sesenta millones de dólares. Antes la negó la llamada “cultura”, ahora lo hace el aluvión subcultural.

Yo traté en La pasión según Eva de responder a la pregunta esencial (rilkeana): ¿Quién era realmente? La primera decisión era la de no escribir una novela para mí, anteponerme con la fantasía, imaginación y estilo de novelista; sino cederle el paso a las versiones más sinceras de quienes la acompañaron de cerca. Como novelista no hice más que organizar ese coro multiforme, armonizar las voces y dejarla ser.

Dice Marguerite Yourcenar, refiriéndose a sus magníficas Memorias de Adriano, que lo único que se puede pretender al “reconstruir el monumento” es que “los ladrillos sean auténticos”, aunque siempre pondremos mucho de nuestra imaginación.

Evita fue una llamarada de coraje y de insolencia. Perón le abrió la puerta (política e intelectual) para pasar de la batalla insignificante de actriz ambiciosa a una superior posibilidad de ser, que bebió hasta la última gota y hasta la última consecuencia, como bebe el que viene del desierto. Siempre “agradeció” a Perón este aspecto esencial de iniciación. Al conocerlo, en el Luna Park, le dijo: “Gracias, coronel, por existir”. En el último abrazo, en el día de su muerte, le dijo como pudo: “Gracias, Juan”.

Eva irrumpió como un torbellino de desparpajo, audacia, insolencia, rebeldía, amor hecho acto, odio a la injusticia, intolerancia, violencia, soledad, íntima fragilidad femenina ante un mundo que la superaba culturalmente. Vivió huyendo hacia adelante, con terror de reflexionar y sabiendo, desde enero de 1951, que corría hacia una catástrofe y cuando la catástrofe llegó, con evidencia de muerte, comandó su agonía hasta el último minuto.

Perón la hizo ver la política y el juego de los poderes. Ella se sintió ungida, por el voto mayoritario de 1946 y de 1951 por el pueblo humilde de la Argentina. Nunca dejó de sentirse investida por una autoridad democrática, salvaje, esencial, rousseauniana (y nada republicana).

El Palacio del Poder le parece corrupto. Encuentra la vía de sublimación: la acción directa, el Poder al servicio del dolor inmediato y real. La “Fundación” deja de ser un episodio caritativo para erigirse en un superministerio que llega capilarmente a todos los rincones del país. A veces durante veintidós horas por día, a pesar de la enfermedad, se transforma en una madre Teresa vestida por Jacques Fath o Chanel.

Lo que en Perón era teoría y conducción política, Evita lo transforma en un absoluto revolucionario. Pierde todo sentido de la realidad política general e internacional. Pierde la paciencia ante los tibios, ambiguos o enemigos solapados. Sabe que el Ejército y la oligarquía no la perdonan ni la perdonarán.

Hasta que se detiene, a los treinte y tres años, en la agonía de un interminable año. Es la Eva más interesante: la que mira el Palacio al que ya no volverá. Su amigo y confidente será Hernán Benítez.

Eva comprende que todo ha sido un episodio que terminará devorado por el poder permanente. Es cuando se siente definitivamente revolucionaria. Revolucionaria absolutista, intransigente, en estado salvaje. Recomienda a los dirigentes sindicales armarse, ser intransigentes e intolerantes, no creer en la democracia y velar armas para una hipotética lucha final. Renzi, su fiel secretario, lo dirá con su ingenua humildad: “La señora murió comunista”. El peronismo de Evita es una parcela que será barrida del Poder al día siguiente de su muerte: al padre Benítez le prohíben ingresar en la residencia presidencial. Es todo un símbolo.

Pero Eva es el peronismo de las grandes mayorías. El impulso esencial que todavía hace ganar elecciones con la esperanza de que toda concesión no sea más que un “momento táctico”, incluso este largo, descorazonador, peronismo de mercado...

Al término del viaje novelesco, Eva sigue siendo misterio. ¿Cuál es el secreto de su llamarada, de ese relámpago que habitó ese cuerpo grácil y frágil? ¿Quién era en realidad Evita?

 


“Evita ‘nace’ el 17 de octubre”

Por Marysa Navarro

En cierto sentido, las reticencias de las fuentes peronistas en lo que se refiere a la vida de Evita antes de su encuentro con Perón son explicables si se tiene en cuenta la actitud que ella adoptó ante su pasado y la importancia que sus enemigos le daban a éste. Al pronunciarla oficialmente nacida el 17 de octubre (de 1945), se eludía convenientemente muchos hechos difíciles de explicar y se soslayaba la polémica. Pero no obstante lo que dicen obras como Presencia de Eva Perón, los seres humanos, por muy excepcionales que sean -y ella lo fue- no nacen adultos. Y precisamente por haber nacido pobre e hija natural, por no haber conocido a su padre, por haber roto los lazos afectivos que la ataban a Junín, por haber tenido una vida dura, de trabajos y privaciones que comenzó a cambiar poco antes de conocer a Perón y que a partir de su encuentro con él todo en su carrera se hace más fácil pero sufre los ataques de las críticas de los que por razones moralistas no pueden aceptar su situación “irregular” con él, es que Evita “nace” el 17 de octubre. Esta fecha simboliza su liberación de sí misma y su transformación a una mujer nueva, sin pasado, y por eso dispuesta a entregarse totalmente a los que hicieron posible su renacer. Pero esta nueva mujer, “la compañera Evita” que pronto aclamarán millones de argentinos y que se convertirá en la segunda personalidad política de su país, no se despojará nunca de su pasado y la perseguirá implacablemente. Los enemigos del peronismo no querrán olvidarlo y se lo echarán en cara en la menor oportunidad. Ella lo llevará siempre dentro pues en un principio se sentirá insegura y durante años le dolerán los rumores que sobre ella corren. No podrá sobrepasar jamás las limitaciones de su escasa formación cultural, no dejará de influir sobre ella su falta de experiencia política y solamente la muerte pondrá fin a su voluntad de agradecer a Perón y a los descamisados lo que hicieron por ella en los días de octubre.

(Fragmento de Evita, de la historiadora española Marysa Navarro. Editorial Planeta, 1994)