RÜCKAUF Y LA HIPOTESIS DE LA CRISIS INSTITUCIONAL
Un tipo audaz

El ministro de Economía de Buenos Aires ya acordó con el equipo económico del gobierno todos los puntos pendientes. Sin embargo, el gobernador Rückauf es el más enconado opositor al acuerdo. La única duda del gobierno es si con esto busca tumbar a Machinea y entronizar a su amigo Cavallo en Economía, o si su objetivo es De la Rúa y una elección presidencial adelantada.

El ex vicepresidente se muerde la lengua para que no puedan atribuírle el estallido posible.

La apuesta de Rückauf es a que su imagen actual le alcance para ganar una elección... hoy, y no dentro de tres años.

Por Horacio Verbitsky

Abrumado por el déficit de su provincia y las crecientes dificultades para conducirla, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Rückauf, está empeñado en provocar una crisis institucional que fuerce el alejamiento del presidente Fernando De la Rúa y la convocatoria a elecciones anticipadas, que hoy confía en ganar dada la buena imagen que aún conserva y que los tres años restantes de su mandato desgastarían. Así lo afirmó uno de los principales negociadores del bando oficial, que habló bajo condición de anonimato. La táctica de Rückauf es favorecida por la compleja situación interna de la Alianza, que tal vez haya muerto y nadie se anime a darle la mala noticia. De la Rúa porque no quiere quedar preso del jefe radical Raúl Alfonsín, ni del PJ, ni de Domingo Cavallo y cavila en círculos. El ex vicepresidente Carlos Alvarez porque teme ser estigmatizado como el responsable del desbarajuste económico en ciernes, lo cual le impediría constituirse en el rival del ex ministro de Isabel Perón. Hasta ahora, ni De la Rúa ni Alvarez han encontrado alguna fórmula que les permita seguir unidos o separarse sin estrépito. Cuanto más demoren, mayor será el estrago que les cause el justicialismo, hasta cuyas divisiones resultan funcionales para acorralar a un gobierno que se aproxima maltrecho a su primer año. A 28 años del regreso de su líder, sigue vigente esta descripción: “Los peronistas somos como los gatos. Cuando nos oyen gritar creen que nos estamos peleando, pero en realidad nos estamos reproduciendo”. Claro que las crías son mutantes y sólo pueden identificarse con aquel movimiento creado por Juan D. Perón en la agudización de los instintos que les produce la cercanía del poder, o su ilusión. Al mismo tiempo, no es menor la avidez de las distintas fracciones del capital que disputan sobre la próxima etapa del proceso económico y el nombre del encargado de conducirla, si el jefe de gabinete de ministros Chrystian Colombo y el de Economía José Luis Machinea no logran un acuerdo potable con sus interlocutores justicialistas y son eyectados con brusquedad del cockpit gubernativo. Para recordar que eso es lo que está en juego, el ex presidente Carlos Menem reiteró el viernes su apuesta por la dolarización, que es la de los capitales extranjeros que adquirieron activos físicos en el último lustro y temen su desvalorización.

Blues del ’89

Las negociaciones de la última semana con los gobernadores reprodujeron el clima de junio de 1989, cuando delegados de Raúl Alfonsín y de Menem discutían las condiciones de una entrega anticipada del poder. Entonces como ahora el radicalismo unificaba personería y cada vez que creía haber llegado a un acuerdo descubría que no había elegido bien a su interlocutor. Si cerraba con Alberto Kohan, esto no obligaba a Eduardo Bauzá. Ceder a los reclamos de José Luis Manzano sólo estimulaba el apetito del Hermano Eduardo. Desde La Rioja, Menem se reservaba la última palabra, y la cambiaba con una facilidad a la que el país aún no se había habituado. Eso sí, ninguno retrocedía de ninguna posición ya conquistada, que se convertía en piso para la próxima exigencia, al rugir de los saqueos. Por lo menos en una provincia, Santa Fe, quedó demostrado que el justicialismo los estimulaba, a través del apóstol menemista Antonio “El Trucha” Vanrell, mientras pedía al Ejecutivo Nacional que enviara al Ejército para contenerlos. Menem se reunía de modo abierto con la conducción castrense, pero al mismo tiempo sellaba compromisos secretos con el bando carapintada, que quedaron a la vista cuando Mohamed Alí Seineldín denunció haber sido traicionado. El objetivo de fondo era aniquilar al radicalismo como opción futura. Sobre los escombros de aquel gobierno se edificó la década menemista, con la UCR reducida a la mansa oposición que fue hasta su acercamiento al Frepaso. Pero aquella confusión y tumulto tenían un orden secreto. Durante una de las entrevistas de los delegados de Menem con la conducción del Ejército antes de la transferencia del poder, Domingo Cavallo alarmó a propios y ajenos al alabar las virtudes de la hiperinflación. “Que le explote en las manos a Alfonsín. Lo que venga será más fácil”, dijo. ¿A alguien le suenan ese nombre y esa estrategia del cuanto peor mejor?

El juego de las diferencias

Las similitudes describen el carácter de los protagonistas pero dicen menos sobre la índole de los hechos. O al menos de los hechos políticos. Para ello hay que acudir al complementario juego de las diferencias. Al gobierno de Alfonsín le faltaban seis meses para cumplir su mandato, el primero de un presidente constitucional en casi cuatro décadas. El de De la Rúa apenas ha cumplido once meses. En 1989 existía un actor militar amenazante, hoy no. Había un presidente electo por una clara mayoría del voto popular, lo cual cubría con una legitimidad esencial los manoseos constitucionales de la coyuntura y anticipaba una mayoría legislativa clara para el nuevo presidente en cuanto asumieran los legisladores elegidos el mismo 14 de mayo. Desde ese punto de vista, la situación actual es más parecida a la de febrero de 1990, cuando en medio de la segunda hiperinflación, Menem sufría el embate del poder económico, del embajador estadounidense Terence Todman y del cardenal Raúl Primatesta para incorporar a su gobierno como jefe de gabinete al candidato al que había batido en elecciones nueve meses antes, Eduardo Angeloz. Menem había establecido el desguace del Estado y la privatización de sus partes capitalizando títulos de la deuda externa como su plan maestro, pero los mercados veían su puesta en práctica comprometida por los regateos con gremios y disidentes políticos peronistas, deletreaban el vocablo go-ber-na-bi-li-dad y reclamaban un pulso más firme. Ahora también De la Rúa ha anunciado sus opciones estratégicas, como el traslado a las provincias del torniquete que ya ha dejado exhausta a la Nación y la extensión a los futuros jubilados del maltrato que ya sufren como trabajadores activos, pero tampoco consigue que gobernadores y legisladores, del justicialismo y de la Alianza, y que sindicalistas de distintas denominaciones, le permitan presentarse ante la mesa examinadora del Fondo Monetario Internacional con la tarea hecha. Entre aquellos disidentes estaba el licenciado Carlos Alvarez quien, junto con el radical Federico Storani firmó en junio de 1990 una declaración anunciando que desconocerían las entonces sólo anunciadas ventas de ENTel y Aerolíneas Argentinas e impulsarían su anulación futura.

Ejes

Desde hace dos meses, la Argentina no tiene acceso al mercado internacional de capitales. Los tenedores de títulos aborígenes temen un incumplimiento de los compromisos de pago y se están desprendiendo de ellos. Esto baja el precio de los papeles (lo cual inhibe cualquier colocación próxima) y aumenta sus intereses (con lo que se incrementan los egresos). “Actúan como depositantes de un banco en una corrida financiera”, dice un economista del gobierno que conoció el vendaval del ’89. Los organismos financieros están dispuestos a dar un auxilio preventivo y no un socorro post mortem como los que recibieron México y Brasil. Ello se debe al temor por la propagación de la corrida al resto de los denominados “mercados emergentes”. Pero impone condiciones de solvencia fiscal futura que el gobierno no puede garantizar por sí solo. Requiere también de otros actores políticos, en un marco en el que además debe tomarse en cuenta la existencia de un gobierno de coalición, lo cual no tiene precedentes en el país.
Uno de los negociadores oficiales sostiene que los gobernadores justicialistas se dividen según dos ejes:
Negociador oficial –El primero separa a aquellos que tienen necesidades acuciantes de financiamiento, como Carlos Rückauf o el formoseño Gildo Insfrán de quienes no las tienen, como los superavitarios Alberto Rodríguez Saá y Néstor Kirchner. Una situación intermedia es la del cordobés José De la Sota, a quien Ramón Mestre entregó una provincia más ordenada que Eduardo Duhalde a Rückauf. El segundo, opone a la mayoría que no tiene ambiciones políticas nacionales y a quienes sí las tienen, como Rodríguez Saá, Kirchner, Rückauf y De la Sota. Los del último grupo han elegido meter una cuña al interior de la Alianza. Si antes le pegaban a Machinea, ahora se ensañan con los ministerios de Trabajo y de Desarrollo Social cuya disolución han pedido o, dicho de otro modo, con Horacio Viqueira y Graciela Fernández Meijide, ambos del Frepaso.
Periodista –Buena descripción. Pero no sirve para entender la conducta de Rückauf, que tiene un pavoroso déficit y es quien más tensa la cuerda de la negociación.
N.O. –Es un irresponsable.
P. –Es demasiado frío para ese adjetivo. Un audaz, mejor.
N.O. –Digamos un audaz.
P. –¿Qué puede conseguir de ese modo?
N.O. –Precipitar una crisis institucional y forzar elecciones anticipadas, que confía en ganar porque en el corto plazo es el mejor posicionado, mientras que si espera tres años va a tener que lidiar con una crisis muy desgastante en su provincia.
P. –¿Qué probabilidades de éxito le asigna?
N.O. –Muy bajas.
P. –Después de una semana de negociaciones los gobernadores no firmaron. Y sin ajuste provincial no hay blindaje.
N.O. –Ya firmaron los ocho de la Alianza y la semana próxima firmarán por lo menos los ocho justicialistas del Norte que no pueden respirar si el gobierno nacional no les refinancia sus deudas, los que ya aceptaron el Brady provincial. El que no firme queda aislado, y no me imagino a Rückauf gobernando con semejante déficit y sin respaldo nacional.
P. –Si la jugada es tan clara, ¿por qué nadie del gobierno lo enfrenta?.
N.O. –Es una buena pregunta para la que no tengo una respuesta.

¿Cuánta soga queda?

Los gobernadores entienden que aceptar el congelamiento de sus gastos primarios por un lustro y el nuevo mecanismo propuesto de distribución de ingresos (que asigna la tajada mayor del eventual crecimiento a la Nación) equivaldría a un suicidio político, dado el clima de sublevación social que se extiende por todo el país y, sobre todo, en algunas provincias regidas por ellos o sus aliados, como Salta, Jujuy, Buenos Aires o Neuquén. El gobierno responde que la catástrofe sería peor si se cortara toda posibilidad de financiamiento externo. Pero también admite que eso no es evidente. Dice uno de los hombres clave del equipo económico, que tampoco desea ser identificado: “A diferencia de la hiperinflación, que se percibía en la vida cotidiana, el riesgo externo actual no se siente. Lo que se percibe es la recesión, que se atribuye al gobierno. Sólo cuando empieza el nerviosismo en los mercados externos se toma conciencia del escaso margen que tiene el país”. Añade que el ajuste provincial, la reducción de las jubilaciones y la supresión del sistema de reparto son innegociables. “Teníamos otro proyecto previsional y otro proyecto de coparticipación de impuestos pero el Congreso no los aprobó, las circunstancias externas se endurecieron y ahora no hay otra alternativa”, dice el economista. A su juicio, el último paquete económico esconde un oasis keynesiano en medio del desierto neoliberal: es la flexibilización de la ley de responsabilidad fiscal, que permitirá gastar 2.400 millones de dólares más en 2001, “que es el empujón que necesitamos ahora para salir de la recesión. El mayor rigor vendrá después, cuando empecemos a crecer”.
Periodista –Si Buenos Aires es la provincia peor administrada y con más alto déficit y endeudamiento, ¿cómo se explica que Rückauf sea el más duro en la negociación?
Hombre Clave del Equipo Económico –Me parece que la motivación es política. Su ministro de Economía Jorge Sarghini ya arregló todo con nuestros equipos técnicos. No queda un solo punto de discordia. No habría que descartar que Rückauf esté forzando una crisis institucional. Otra hipótesis es que le hayan dicho que el Fondo Monetario Internacional tampoco puede permitirse la caída de la Argentina, porque precipitaría la de Brasil, y que entonces es posible estirar algo más la soga. Pero se equivoca, la soga de la Argentina no tiene un metro más.
P. –La soga que no tiene un metro más es la de ustedes en el equipo económico. La de los países siempre tiene un metro más.
HCEE –Eso es cierto. Pero si nos vamos nosotros viene alguien como Ricardo López Murphy, que ni siquiera cree que valga la pena el oasis keynesiano, con lo cual hay menos soga todavía.
P. –No es la única opción.
HCEE –¿Cuál otra hay?
P. –Pensando en de De la Rúa, que es quien decide, están la opción del corazón: Adalberto Rodríguez Giavarini, y la del cerebro: Domingo Felipe Cavallo.
HCEE –Si pensáramos que Cavallo inspira más confianza que nosotros, lo cual es probable.
P. –Es seguro.
HCEE –Efectivamente podría conseguir algún metro más de soga.
P. –Cavallo ha sido ministro del gobierno de Rückauf y su aliado en la provincia de Buenos Aires. ¿No será esa su jugada?
HCEE –Tampoco se puede descartar.
P. –Si es así, les va a seguir jugando duro y les puede pudrir toda la negociación.
HCEE –Sólo si Reutemann y De la Sota le regalaran el centro de la escena. Con sus ministros de Economía también tenemos todo cerrado, salvo dos pequeños detalles que no son problemáticos.
P. –¿Cuáles?
HCEE –Tienen un par de programas de reforma del Estado con el BID y el BIRF, que exigen una contraparte de inversión local. Lo que necesitan es que no computemos eso como gasto público. No hay ningún problema, porque los propios bancos lo aceptan así.
Demasiado simple. El Hombre Clave ni siquiera parece haber advertido que cuando el gobierno haya superado la escala de los mandatarios provinciales, se topará con Humberto Roggero en la Cámara de Diputados y después con José Luis Gioja en el Senado. Cada uno de ellos le impartirá una nueva lección del temible “modo peronista de negociación”, que el radicalismo parece incapaz de dominar. (En la provincia de Buenos Aires, Rückauf y su vice Felipe Solá se lo aplicaron para endurecer las condiciones de excarcelación, lo cual ha convertido a las cárceles y comisarías bonaerenses en bombas de tiempo a punto de estallar). Aun antes de firmar el acuerdo los gobernadores ya consiguieron arrancarle al gobierno el manejo de 225 millones de pesos en el año electoral 2001. Aunque su discurso sea de conmovedora sensibilidad social y se firmen compromisos de fiscalización por el poder central, es obvio que desviarán para otros fines una parte sustantiva de esos recursos. Desarrollo Social imagina su respuesta canalizando aquellos fondos que sigan bajo su órbita a través de la Federación de Municipios, que congrega a 300 de los 1900 intendentes del país. Entre ellos el jefe peronista de La Plata, Julio Alak, el Frepasista de Rosario Hermes Binner y el radical marplatense Elio Aprile. Nadie parece preguntarse qué tienen que ver estas cosas con las desesperantes necesidades populares, ostensibles en cada piquete, poblado de rostros y actitudes más afines con el medioevo que con el tercer milenio de la era cristiana, por decirlo de algún modo premoderno.

Frepaso y después

El empecinado silencio del licenciado Alvarez no obedece tanto a la confusión como a la certeza. El ex vicepresidente entiende que tanto el establishment económico como el justicialismo han decidido satanizarlo y convertirlo en un fantasma como lo que quedó de Alfonsín, cuya consideración pública sólo remontó luego del accidente que puso en peligro su vida en junio de 1999. Por eso Alvarez se morderá la lengua todas las veces que sea necesario para que el estallido posible no pueda serle atribuido. Hasta es probable que haga algún gesto en favor del paquete económico, pero sólo en privado.
Darío Alessandro retiene la presidencia del bloque, a favor del reconocimiento de los integrantes a su calidad personal. Pero no podría decirse que conduzca algo. En su defecto, quien está tratando de preservar la unidad del Frepaso con la ilusión de que Alvarez aún podría volver a ser el de julio de 1997, antes de la creación de la Alianza, es el vicepresidente de la bancada, el tucumano José Vitar, quien ha heredado el peligroso rol de oyente de los soliloquios del jefe, que antes ocupó Alberto Flamarique. En alguna situación extrema, en la que los políticos no pudieran asomarse a la calle, Alvarez podría resurgir cual Ave Fénix Chávez. Por ahora parece haber llegado a una situación límite y oscila entre proyectos contradictorios, tan indeciso como su ex compañero de binomio presidencial. Luego de su renuncia a la vicepresidencia pensó en crear la ONG “Movimiento de Participación”, con estudiantes y graduados universitarios, fantasía ahumada por los neumáticos en llamas de los piquetes de La Matanza, conducidos por el concejal del Frepaso Luis D’ Elía. Al regresar de unas breves vacaciones en Brasil, meditó romper en forma definitiva la Alianza y pasar de modo abierto a la oposición. Desde esta semana analiza la posibilidad de alejarse del Frepaso, de la política y del país, y emprender un viaje de estudios al exterior, como ya hicieron José Luis Manzano y José Bordón. Esta prolongada indefinición ha complicado en forma extrema al Frepaso, cuyo alejamiento de la Alianza es un hecho independiente de la voluntad de Alvarez. De los 34 diputados del bloque, diez han anunciado que no votarán el presupuesto e invitado a construir otro modelo económico y social, “que cambie los protagonistas de la política poniendo las acciones del gobierno al servicio de cada compatriota sin subordinarnos a la especulación financiera internacional y a los lobbistas internos de todo color y tamaño”. A ellos deben sumarse por lo menos los cuatro socialistas democráticos que fueron los primeros en tomar distancia del nuevo paquete económico. Partido por la mitad, el bloque disidente también podría arrastrar a algunos radicales. El 10 de diciembre podría sesionar el Congreso Nacional del Frente Grande, y ése sería el momento de las decisiones.
Por ahora los disidentes no han acordado una línea única de acción. Algunos, como Jorge Giles y Elsa Quiroz, se identifican con la Central de Trabajadores Argentinos, que ayer concluyó en la Facultad de Derecho de Buenos Aires su Tercer Encuentro Nacional por un nuevo Pensamiento, dedicado este año a un tema tan significativo como “Movimiento Social y Representación Política”. Allí se resolvió impulsar un Movimiento por la Consulta Popular Sobre el Seguro de Desempleo de 380 pesos mensuales para todos los jefes de fami-
lia desocupados y la asignación de 60 pesos por hijo. Otros alientan el surgimiento de nuevas líneas internas, como Alicia Castro y Eduardo Jozami, que también llamarán “Movimiento” a la suya, de inminente presentación pública. La sindicalista de los aeronavegantes, que integra la CGT/MTA, sostiene además encuentros semanales con la jus-
ticialista Cristina Fernández de Kirchner y la radical Elisa Carrió, versión con faldas de los encuentros del Molino de los que surgió la Alianza. La diputada chaqueña vaticinó a mediados de año el incendio del interior y una inevitable crisis de gobernabilidad si no se enmendaban las políticas en curso. Tal vez por ello goza de una consideración pública superior a la de cualquier otro integrante de la UCR y el Frepaso y también abriga ensueños de liderazgo después del diluvio.
El cuadro de la Alianza y dentro de ella el del Frepaso no estaría completo sin incluir a Aníbal Ibarra, quien ha cuestionado tanto a De la Rúa cuanto a Alvarez. El jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reafirmó posiciones progresistas en contraste con De la Rúa, y reprochó a Alvarez su condena a la política in toto. Ha hecho saber que si el ex vicepresidente rompe la Alianza no lo seguirá. Puede parecer una paradoja que el más próximo a De la Rúa de todos los dirigentes del Frepaso cultive al mismo tiempo las mejores relaciones con los disidentes que propugnan la ruptura. A los 42 años, Ibarra debe gestionar la ciudad más poblada del país, pero no tiene apuro personal ni subordinaciones políticas. Contra la opinión de Alvarez cuando éste aún no había perdido el habla, designó a Jozami en la Comisión Municipal de la Vivienda y la semana pasada escandalizó al lobby de constructores y arquitectos al anunciar que en vez de alimentar la especulación inmobiliaria los terrenos de la Villa 31 de Retiro se reservarían para la construcción de viviendas dignas que comprarán con facilidades quienes viven allí desde hace décadas. Pese a todo, además de necesaria otra política sigue pareciendo posible.