OTRA TERCERA FUERZA COMIENZA A DESVANECERSE
Adiós al Frepaso

La oposición, dividida en 1995, llega a las elecciones con una fórmula única. El oficialismo, dividido entonces, presenta hoy dos candidatos presidenciales. En Buenos Aires, en cambio, el oficialismo lleva un solo candidato y las chances son más parejas. La hipótesis de una derrota allí desató la especulación sobre el futuro del Frepaso. Pero tampoco la victoria de Graciela le garantizaría un futuro simple. Reducido a dos distritos, su destino como tercera fuerza nacional parece tensionado por el renacimiento de la bipolaridad radical-peronista que ha dominado las últimas seis décadas de la política argentina.

       
Alvarez Meijide Ibarra Bordón

Un sino inexorable

El panorama es distinto en la provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo lleva un solo candidato, el vicepresidente Carlos Ruckauf, que comparte las boletas con los dos candidatos presidenciales. Al compás de las encuestas, que luego del pacto con Cavallo mostraron algún repunte de Ruckauf, se agitaron las especulaciones sobre el destino del Frepaso. Si Graciela Fernández Meijide fuera derrotada en la provincia de Buenos Aires al mismo tiempo que Fernando De la Rúa alcanzara la presidencia, el Frepaso se reduciría a la Capital Federal, se desequilibraría la relación con el radicalismo, quedaría comprometida la candidatura de Aníbal Ibarra al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, tal vez Chacho Alvarez debería dejar la vicepresidencia para defender el único territorio donde su partido aún es fuerte. Todo esto preanunciaría la muerte del Frepaso como una opción nacional de poder.

Línea más o menos, este fue el análisis compartido por dirigentes partidarios y analistas de todos los colores. Las principales diferencias fueron de valoración: para el menemismo no habría objetivo más caro que la derrota de Graciela en Buenos Aires como preámbulo a la desaparición del partido que creció con las denuncias de corrupción en su gobierno; al radicalismo le preocupa porque debilitaría al flamante gobierno ante la fortalecida oposición justicialista aunque no constituiría la tragedia que, en cambio, sería para el propio Frepaso. Pero el retroceso de Ruckauf al preperonismo encendió nuevas esperanzas en la Alianza. Con el tono confesional de los militares golpistas de 1943, el vicepresidente introdujo el aborto y el ateismo como eje de su campaña maccartista, para lo que contó con el respaldo de un sector del Episcopado, que incluyó al obispo castrense Norberto El Pai Martina. De la Rúa se ilusionó con que semejante acto de trogloditismo tuviera el mismo efecto contraproducente que la quema del cajón de Herminio Iglesias en 1983. Si los cómputos confirmaran ese vaticinio, se olvidarían todas aquellas especulaciones sobre el futuro del Frepaso que, en la alegría del festejo, sería exaltado como la fuerza de la renovación política que llegó para quedarse. Y sin embargo, aun así es posible que su destino ya esté sellado sin que sus protagonistas lo adviertan y que sólo resten por verse los plazos de cumplimiento de un sino inexorable. Sería fulminante en un caso, más lento e indecoroso en el otro. Por eso conviene repasar las líneas centrales de ese proceso con independencia de los cómputos de hoy, sin concesiones al derrotismo o al triunfalismo coyunturales.

Pacto que me hiciste mal

El Frepaso es una confluencia de fuerzas de orígenes y trayectorias muy distintas. El arco es tan amplio que abarca desde socialistas hasta democristianos, partidos que en todo el mundo militan en ligas internacionales antagónicas. Recoge además los restos del Partido Intransigente, que también emergió como una poderosa tercera fuerza al concluir la dictadura militar. Sus dirigentes de mayor atractivo electoral, Chacho, Graciela y Aníbal Ibarra expresan a ex peronistas que en distintas épocas se desgajaron de su tronco y a independientes sin militancia partidaria previa, excepto algún fugaz encuadre estudiantil.

El gran salto del Frepaso se produjo como consecuencia de su oposición al Pacto de Olivos, que le permitió presentarse como una alternativa distinta a la política entendida como componenda entre caudillos con más ambiciones que principios, como Menem y Alfonsín. El Frepaso quedó instalado ya no como tercera fuerza, sino como el segundo partido nacional. En las elecciones presidenciales de 1995, el radicalismo quedó relegado al tercer puesto. (Entre paréntesis, las consecuencias del adefesio constitucional de Olivos siguen haciéndose sentir. Los carteles "Menem 2003" muestran el funcionamiento perverso propiciado por aquel texto. El periodo presidencial de cuatro años con una reelección consecutiva fue copiado del modelo estadounidense, pero con una salvedad que lo desvirtúa. En Estados Unidos, luego de ocho años el presidente debe retirarse de la actividad política aunque no le guste. Con poco más de 50 años, el presidente saliente Bill Clinton está pensando en realizar el camino inverso al del ex actor Ronald Reagan y mudarse de Washington a Hollywood. Aquí en cambio, basta aguardar cuatro años para estar en condiciones de aspirar a otros ocho de mandato. Esto refuerza el presidencialismo que en teoría se deseaba corregir y la actitud de campaña permanente por parte de figuras que no conciben cómo podría arreglarse el país sin su omnipresencia).

Malversación

Cómo hizo el Frepaso para malversar ese caudal electoral en apenas cuatro años debería ser un caso de análisis para estudiantes de ciencias políticas. La ruptura con José Octavio Bordón en el verano del 96, a propósito de la incorporación de Gustavo Beliz, en principio no pareció afectar al Frepaso. Alvarez y Graciela retuvieron el control partidario y Bordón marchó solo y derrotado al exilio para terminar regresando con la frente gacha a las filas justicialistas. Sin embargo, aquel episodio pesó en el momento de constituirse la Alianza. Sin Beliz ni Bordón, el Frepaso quedó en una posición de debilidad frente al más estructurado socio radical. Nada de esto fue evidente en aquel momento y menos aún cuando el aparato justicialista fue batido por Graciela en Buenos Aires, ya que la euforia del triunfo no es el mejor estado de ánimo para el análisis sereno. La Alianza se constituyó en agosto de 1997 con el objetivo supremo de acabar con el menemismo. Su problema es que lo consiguió demasiado pronto, en octubre de ese mismo año. A partir de allí busca pero no parece encontrar una razón de ser que esté más allá de la mera apetencia de poder. De hecho buena parte de la campaña siguió girando sobre consignas antimenemistas.

Desde la victoria en las elecciones a constituyentes de 1994 el Frepaso se ha esforzado por garantizar a los factores de poder tradicionales que ya no es aquello por lo que la gente lo votó y que no hará nada que los incomode. En ese sentido la predilección de Chacho por economistas tan cautos como los radicales José Luis Machinea y Pablo Gerchunoff, que lo asesoraron a él antes que a De la Rúa, constituyó una clarísima definición. Esto no tuvo consecuencias en las elecciones generales, porque del otro lado estaba el justicialismo, convertido en entusiasta partido del ajuste. Pero se volvió en contra de Graciela en las elecciones internas de la Alianza del año pasado. Hay dos interpretaciones complementarias para el categórico 6 a 3 con que De la Rúa las ganó. Una indica que la sociedad argentina tiene en estos tiempos un ánimo conservador que De la Rúa sintoniza sin esfuerzo. La otra señala que a partir de esa lectura el Frepaso hizo todo lo posible por borrar las diferencias con la UCR y que en ese esfuerzo la personalidad de Graciela se desdibujó hasta perder el atractivo y la frescura de quien aportaba algo distinto de la oferta política tradicional. En el intento de parecerse a De la Rúa, realzó las características del original, antes que las de la copia. Con lo cual la profecía se autorrealizó. Nadie en la conducción del Frente acepta que las preferencias por De la Rúa puedan haberse debido, aunque sea parcialmente, a la desilusión con el Frepaso, que renunció en forma deliberada a generar esperanzas, ese imponderable que suele explicar tantos resultados desconcertantes. Por eso, luego de la elección interna insistieron en la misma línea aun con mayor énfasis privándose, entre tantas otras cosas, de cualquier articulación con las organizaciones sociales de quienes resisten las políticas de ajuste. Esta actitud ingenua contrastó con la del radicalismo. En una reunión con dirigentes radicales de la Capital Enrique Nosiglia dijo que "ahora que Chacho ya está en la bolsa el Frepaso está muerto. No hay que darles nada en ningún lado. En octubre ganaremos los radicales". Estas instrucciones se verificaron en la confección de las listas de candidatos en todo el país. También en los actos de campaña, en los que atruena el insoportable "VolveremosÉ como en el 83".

Poder o testimonio

Ante cada cuestionamiento por sus opciones cada vez más timoratas, Alvarez responde que han elegido ser un partido del poder en lugar de expresar a las minorías testimoniales. Esta frase suena bien, pero no es seguro que tenga algún contenido sustancioso. Más aún, ha servido para justificar un innecesario mimetismo con los aliados radicales. Como consecuencia, el Frepaso corre el riesgo de ser un partido sin testimonio y sin poder. De hecho, todos sus intentos por complacer al poder económico no fueron suficientes para que De la Rúa dejara de ser el preferido de las grandes empresas, lo cual se percibe en los aportes económicos a las campañas. Perdido el entusiasmo militante, el Frepaso tampoco sabe hacer política sin recursos para pagarla. Su deserción del rol opositor refuerza el bipartidismo que hace cuatro años parecía en crisis. "El progresismo no tiene otra alternativa que votar a Graciela. Son unos pocos miles. En dos millones no inciden", era la conclusión, presuntamente pragmática, de la conducción frentista antes de las internas. Con el mismo menoscabo por la base social que constituyó el Frepaso ahora desdeñan a quienes rumian su desencanto, como los votoblanquistas o los 501 y confían en que a la hora del escrutinio un voto a desgano vale lo mismo que uno entusiasta.

Los proyectos que varios dirigentes del Frepaso han elaborado para reducir la duración de las campañas, poner un corset legal a los aportes empresarios y un tope a los gastos, son razonables intentos de supervivencia. Nada más que en avisos en diarios, radios, revistas y televisión, el justicialismo y el radicalismo han gastado en esta elección no menos de 150 millones de dólares, cifra estimativa a partir de la auditoría aún inconclusa que realiza la Fundación Poder Ciudadano. Dentro de cuatro días la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires trataría la primera ley de financiamiento partidario, en cuyos puntos centrales se han alcanzado coincidencias transversales. En la última sesión el presidente de la Comisión que trabajó el tema, el legislador del Frepaso Eduardo Jozami reseñó esos acuerdos entre los distintos bloques tendientes a separar la política de los negocios:

* los aportes privados son parte del derecho constitucional de los ciudadanos a participar y a expresarse, pero no de las personas jurídicas. Es decir que podrán aportar las personas pero no las empresas.

* el aporte privado no podrá superar los 20.000 pesos por persona.

* las campañas sólo podrán durar 60 días y la propaganda en televisión sólo será admisible en los últimos 30 días previos a cada elección.

* el financiamiento público sería de un peso y monedas por cada voto obtenido en la elección anterior lo cual para la Ciudad de Buenos Aires significa un gasto que ronda en los dos millones y medio por elección.

"Cuando se gasta demasiada plata en la política, eso sólo puede provenir de dos fuentes. O de la utilización de los recursos públicos o de las donaciones de quienes tienen mucha plata. Si lo primero es un delito, lo segundo también afecta la salud de la democracia, porque implica un compromiso y condiciona el rumbo futuro de los gobiernos", dijo Jozami. Añadió que "seguimos pensando que la política es la actividad más valiosa a la que puede dedicarse un ser humano; porque es dedicar su vida no a satisfacer un interés personal, sino a cambiar las cosas en beneficio de todos. Seguimos pensando que la política es el único ámbito en el que puede pensarse en el interés de todos, en el interés universal de la democracia, de la Justicia y de la transformación de la sociedad. Pero para que esto pueda empezar a ser más cierto en la Argentina de hoy, hay que comenzar por rescatar a la política de las prácticas que hoy la degradan y envilecen". El consenso transversal no fue completo. Si bien el ex intendente Facundo Suárez Lastra fue el principal apoyo radical a la coincidencia, expresó su desacuerdo con esas limitaciones Felipe Figuerero, uno de los hombres de mayor confianza de De la Rúa en la Legislatura porteña. También en Estados Unidos esta semana los republicanos consiguieron empantanar en el Senado una ley que ya se había aprobado en la cámara baja para introducir nuevas limitaciones a los aportes privados. La regla de oro es que quienes mejor llegada tienen a las grandes empresas, menor entusiasmo muestran por aprobar una legislación restrictiva.

El clásico del domingo

La irrelevancia electoral del Frepaso en el interior se demostró tanto en la derrota cordobesa como en la victoria catamarqueña. Con directivas nacionales solapadas o sin ellas, la federación de partidos radicales de provincias se negó a abrir espacios en sus listas a esos magros aliados, que ni siquiera lograron la victoria en Neuquén, donde ganaron la interna y se sentían favoritos. Al justificar el sacrificio de un proyecto propio en beneficio de la alianza con el radicalismo, Alvarez explicaba que el Frepaso debía construir una base institucional en la cual apoyarse para seguir creciendo y disputar más adelante el poder. Aspiraba a obtener tres gobernaciones, un bloque de medio centenar de diputados, posiciones en diversas legislaturas y consejos deliberantes y varias decenas de intendencias. La realidad no ha sido generosa con ese proyecto. Los comicios de hoy son poco más que un nuevo clásico entre los dos partidos tradicionales. Graciela es la única candidata a gobernar una provincia por el Frepaso, que en Buenos Aires sólo competirá por 12 intendencias. De sus 38 diputados nacionales, fruto de la excelente elección de 1995, 21 terminan su mandato. Si triunfan en Buenos Aires, la bancada quedaría igual que ahora. En cambio la UCR avanzará, en contraste con lo que fue su pésima elección de 1995, cuando su fórmula presidencial fue tercera detrás del PJ y del Frepaso.

Las once gobernaciones provinciales ya ganadas por el justicialismo, la mayoría en el Senado que conservará hasta el 2001, la paridad en la Cámara de Diputados y la bancada menemista en la Corte Suprema de Justicia, colocan a un hipotético presidente de otro signo político en una situación muy difícil. Esta se agravaría hasta extremos alarmantes si a las gobernaciones justicialistas en Córdoba, Santa Fe y Tucumán se agregara hoy la provincia de Buenos Aires. De ser así, el PJ podría conservar el control en las dos cámaras. El mecanismo institucional importado hace un siglo y medio luego de la caída de Rosas, copia el sistema de controles y equilibrios de la Constitución norteamericana. Desde ese punto de vista, es interesante constatar que luego de casi dos décadas continuadas de renovaciones por medios legales, por primera vez en este siglo se apreciará su funcionamiento real. Esto fomenta el compromiso en lugar de la confrontación.

Si se desciende de la alta doctrina al barro terrenal se verá que algunos conceptos encarnan en nombres paradigmáticos como los de Nosiglia y Armando Cavalieri, dos de los principales negociadores del acuerdo radical-peronista. Esto tiene un precio. El año pasado, el decreto 223/98 de Menem autorizó la venta de Parque Norte al sindicato mercantil de Cavalieri, por 14,7 millones de dólares a pagar en 120 cuotas mensuales. De la Rúa revindicó esos terrenos como parte del dominio de la Ciudad, que antes de la autonomía fueron entregados en concesión, y presentó un recurso judicial impugnando la venta a un precio muy inferior al de mercado. Pero su gobierno no instó la acción, por lo que hace un mes la jueza federal en lo contencioso administrativo Clara Do Pico debió declarar la caducidad de la instancia, tal como había pedido el Estado Nacional, por haber transcurrido en exceso el plazo de seis meses fijado en el código de procedimientos "sin que la actora realizara ningún acto que impulsara el procedimiento". El Procurador de Facto de la Ciudad Ernesto Marcer (quien ejerce sin acuerdo de la Legislatura) apeló ahora esa resolución, en lo que más que nada parece una formalidad para cubrirse de consecuencias administrativas y penales. Por lo pronto, el gobierno de la Ciudad está negociando con Cavalieri la integración de Parque Norte a su proyecto general para la Costanera. Según informó "La Nación" este acuerdo incluiría "la construcción [en Parque Norte] de un paseo público interno que bordeará el lago. La idea es integrarlo al área gastronómica y ofrecer aún más espacio para estacionamientos". Esta entente, en la que participa el vicejefe de gobierno Enrique Olivera, ha reemplazado al enérgico discurso del año pasado, cuando De la Rúa enfervorizó un acto de mujeres radicales al denunciar que Cavalieri "nos ha querido jugar de atrás arreglando que Menem le regale lo que no es suyo. Esto es una usurpación". Ninguna voz del Frepaso inquirió si Marcer cumplió órdenes o incumplió sus deberes por propia iniciativa.

Si De la Rúa accede a la presidencia, entendimientos de esta índole no serán la excepción sino la regla. Cavalieri y Luis Barrionuevo son piezas claves en la negociación ya iniciada entre el radicalismo y la CGT, de prebendas estamentales a cambio de un año de tregua. Tales compromisos terminarían involucrando al Frepaso. Si Graciela ganara la provincia, su mayoría legislativa no sería del Frepaso sino del bloque mixto con la UCR, lo cual anudaría con mayor fuerza la gobernabilidad bonaerense a la gobernabilidad nacional, es decir a los acuerdos de los barrionuevos y los nosiglias. Ya sea que el Frepaso intente salir de esta ciénaga, para descubrir que su fetidez es persistente, o que se resigne a hozar en ella, gane o pierda en Buenos Aires la elección de hoy puede ser su canto del cisne.