Alfredo
Leuco: ¿Por qué ninguno de los dos usa distintivos y luto
por Cabezas? ¿Lo usaron alguna vez?
Mariano Grondona: Lo usé hasta fin del año pasado. Es
algo muy subjetivo, a mí me pareció que el caso Cabezas tuvo
un impacto extraordinario en el público. Si bien era periodista
como nosotros y suscitaba adhesión especial por ser de la misma
profesión que nosotros, sin repercusión popular nunca se
podría haber mantenido el tema como se mantuvo por larguísimo
tiempo. Desgraciadamente, en Argentina los temas son muy fugaces. Yo tuve
la sensación de que quizás la muerte de Yabrán apagó
un poco el tema. Pero no porque no lleve el luto yo no lo tengo presente.
Tenemos un mártir en la profesión, es como tener un santo.
Los plomeros, los carpinteros... todos tienen su santo. A mí me
pareció eso. Un hombre que murió inmolado y nos reforzó
el sentido de ético de nuestras vidas. Yo me siento como presionado
por esa memoria.
Horacio Verbitsky: Yo lo usé y me parece bien. En mi caso personal
yo dejé de usarlo porque yo no tenía esos botoncitos que
usan. Me ponía una cinta negra y la perdí. Y cuando la perdí
me di cuenta de que la estaba usando poca gente y... Las señales
de luto no son la única manera para expresar preocupación
por un episodio. El luto por definición es temporario. Hay que avanzar
del luto a la justicia, al castigo de los culpables, al esclarecimiento
de qué es lo que ocurrió. Y en el caso de José Luis
Cabezas, aparte de las cosas que dice Grondona que yo comparto en ese sentido,
hacía un análisis de fondo sobre el funcionamiento de las
instituciones policiales y de seguridad porque la forma en que se ha llevado
adelante el juicio por el asesinato de Cabezas es vergonzosa. El grado
de manipulación que ha habido en esa causa, el grado de injerencia
que hubo en esa causa por parte del gobierno de la nación, por parte
del gobierno de la provincia de Buenos Aires, del grupo Yabrán,
tiene pocos precedentes en la historia judicial argentina. Y el episodio
de la detención de los pepitos con falso testimonio prestado por
un confidente policial, introducido en la causa por quien al día
del cierre del sumario seguía al frente de la instrucción
(es el único comisario que queda en actividad de la maldita policía),
el comisario Víctor Fogelman, es descalificatorio y yo creo que
un juez que hace eso... está muy bien que la cámara le haya
revocado esa decisión señalándole que esto parecía
propio de la época del terrorismo de Estado, en donde se inventaban
culpables y se fabricaban pruebas. Pero yo creo que no basta con esto.
AL: ¿Se atreverían a decir, según la información,
la intuición periodística que tienen, quién creen
que fue el asesino de José Luis Cabezas?
MG: El problema que tenemos nosotros con la Justicia es que su función
en un sistema democrático es dar certeza. Porque en verdad los periodistas
opinamos, podemos tener datos, los políticos tienen sus teorías,
los literatos escriben, pero el que da la certeza de que fulano es culpable
o inocente es la Justicia. Y cuando a una sociedad no se le da el servicio
de la certeza, la sociedad entra en una zona, como estamos nosotros hoy,
en una especie de estado de sospecha generalizado, porque si no hay culpables,
no hay inocentes. Si nosotros tuviéramos ahora una sentencia firme
en el caso Cabezas que nos dijera, de una manera creíble, el culpable
es fulano, sabríamos que zutano no es. Sabríamos que es fulano.
En todos estos casos, y hasta en el mismo caso Coppola, todo se presta
a tantas conjeturas que es muy peligroso. Lo que pasó en Argentina
cuando saltó el tema de la corrupción, que empezó
fuertemente a principios de los 90, es que los imputados de corrupción,
como la Justicia no falla y no da certeza, contraatacan e imputan de corrupción
a los que los acusan de corrupción. Y en el mismo lodo todos manoseados.
HV: Este punto hace ya bastantes años lo hemos analizado en
un programa de Grondona cuando se produjo el sobreseimiento, la absolución
de Amira Yomaen la famosa causa de los narcodólares, y en ese momento
mi idea era que más grave que el delito que se le reprochaba a Amira
Yoma era la aniquilación del valor de la Justicia hecho por el Gobierno
en el intento de evitar la condena de la cuñada y secretaria presidencial.
En el caso de José Luis Cabezas, no podemos decir que el aniquilamiento
de la Justicia es más grave que el asesinato, el asesinato es muy
grave, pero sí podemos decir que tiene consecuencias de más
largo plazo que el asesinato de una persona. Porque socava absolutamente
las bases de funcionamiento de un sistema democrático. Nuestro sistema
se basa sobre tres poderes. Si uno de los poderes está tan absolutamente
subordinado y manipulado de modo que una condena para la percepción
social no es sinónimo de culpabilidad y una absolución no
implica inocencia, se entra en un terreno de incertidumbre que luego corre
el riesgo de trasladarse a otras ramas de la actividad. Por ejemplo hace
un mes y medio hubo elecciones internas del partido de gobierno en la provincia
de Buenos Aires. Competía la lista de Ruckauf con la lista de Cafiero.
No se conocieron los resultados, hubo una negociación de los resultados.
Primero se aniquila la Justicia y los fallos son reemplazados por las percepciones
sociales, luego se aniquila el valor de un escrutinio y los resultados
se reemplazan por la negociación. Hay un momento en el que hay que
parar y preguntarse qué queda de un sistema democrático.
AL: Se va a reemplazar a las instituciones si seguimos ese camino...
HV: Se las está reemplazando, no por el método tradicional
sino por un método mucho menos brutal, menos cruento. De todos modos
hay una sustitución de las instituciones por este tipo de mecanismo.
MG: La nuestra es una democracia líquida. No es que tenga liquidez,
es líquida en el sentido de que las normas que presiden un sistema
no están bien establecidas en Argentina. Entonces por ejemplo un
escrutinio es, pero no tanto. El ballottage que en todos los países
del mundo es cincuenta más uno acá es 45. Si uno empieza
a escarbar... El estado de las reglas es parte del juego. Es como si en
un partido de fútbol se cobra penal y la gente diga “vamos a suprimir
el penal”, “vamos a hacerlo a 15 metros”. Estos plebiscitos que hubo, las
reelecciones, los cambios de constituciones, esto da la sensación
de que las normas son muy blandas.
AL: ¿Qué opinión tienen sobre Jacobo Timerman?
HV: Fui el primer periodista contratado por Timerman, trabajé
con él antes de la aparición de La Opinión. Y trabajé
en Confirmado con él.
MG: Yo trabajé con Timerman en Primera Plana. Creo que ha sido
el más grande periodista de mi generación. El otro día
me dieron el premio platino que dan cada 10 años. Yo pensaba para
mí, que ese premio lo tiene que tener Jacobo. Cuando él me
llevó a Primera Plana, él llamó a una cantidad de
periodistas jóvenes, a toda una generación. Sabía
estimular a la gente. También era pesado ¿no? Era bravo,
era duro. Un hombre con una concepción del periodismo, una audacia
intelectual, que a mí me hace pensar que él era el más
grande de nuestro tiempo.
AL: ¿Y de tu generación, Walsh?
MG: Que quede claro que Timerman no es de mi generación.
AL: Usted le lleva una década a Verbitsky.
HV: Jacobo me lleva 19 años a mí. Walsh era de la generación
de Jacobo. Walsh era del ‘27, lo secuestraron en el ‘77, tenía 50,
ahora tendría 72 y Jacobo tiene 76. Yo trabajé con los dos,
sin ninguna duda son dos grandes periodistas, totalmente distintos. Creo
además que Jacobo es un gran escritor. Volvió a la Argentina
después de la dictadura y empezó a hacer sus planes para
hacer el diario La Razón. Me llamó para ir a La Razón
y yo le dije que no y además le aconsejé que no lo hiciera.
Es más, le dije “Jacobo, usted dedíquese a escribir, usted
es un gran escritor. La parte de editor ya la hizo, es una etapa pasada
de su vida, dedíquese a lo otro. No se meta de nuevo en la leonera”.
Por dedicarse a eso, él no hizo laobra personal de gran escritor
que debería haber hecho. El libro que él publica acerca de
su cautiverio por la dictadura Prisionero sin nombre, celda sin número,
el libro que publicó sobre la invasión de Israel al Líbano,
son grandes libros, son de un gran escritor. Y desde esa época él
está dando vuelta sobre la idea de escribir sus memorias, que todavía
no ha hecho.
AL: Convoca algunos periodistas y después los echa.
HV: El no tiene que convocar a nadie. El las tiene que escribir. Ahora
Walsh... yo creo que es el gran periodista de la historia argentina, no
de mi generación, de toda la historia argentina.
AL: ¿Usted lo leyó a Walsh?
MG: Poco. Ahora lo que yo quería completar de Jacobo, yo he
estado en la época de azules y colorados, me había ido de
La Nación, y empecé a hacer una especie de semanario que
hacía yo que se llamaba Comentarios. Un día me llamó
Jacobo, yo había hecho una editorial que se llamaba “Pueblo y Nación”,
que decía que el pueblo está obligado con la nación.
A él le gustó y me dijo “Mariano, me hace eso en la primera
página de ahora en adelante”. Yo tenía 30 años y uno
no tenía idea de lo que significaba que él me llamara, ver
que a alguien le importa, cuando uno es muy joven, después uno adquiere
cierta seguridad. Eso tenía Timerman, le importaba lo que hacía
la gente.
HV: En el caso de Walsh, él no enseñaba de esa manera
sino de forma indirecta, con su obra y con su ejemplo. Y además
hay algunas obras de la vida de Walsh que están en otra dimensión,
sin quitarle ningún mérito a Timerman. El trabajo que hizo
Walsh en 1956, sólo con la ayuda de Enriqueta Muñiz, que
es una periodista todavía en actividad en el diario La Prensa, para
investigar los fusilamientos decididos por el gobierno de Aramburu y Rojas
en los basurales de José León Suárez, para reconstruir
la historia a partir de la versión que escuchó que había
un fusilado que vivía, la reconstrucción que hizo de toda
esa historia, la forma en que demostró que habían sido fusilados
antes de que entrara en vigencia la ley marcial con lo cual ni siquiera
una pseudolegalidad de una dictadura estaba en vigencia, la exquisitez
de la prosa con que eso está escrito, la anticipación que
eso implica respecto de lo que vendría en la Argentina 20 años
después, porque ese episodio es un episodio precursor.
AL: ¿Qué es lo que más te gusta y lo que menos
te gusta de Página/12?
MG: Una cosa que me encantó siempre son los títulos.
Siempre me encantó la forma de titular que era espléndida.
Yo estoy formado en otro estilo periodístico, el estilo La Nación,
donde siempre tratamos de marcar una gran frontera entre la información
y la opinión. Creo que Página/12 tendría que tener
editorial para hacer bien la diferencia. Ahora, está muy profesionalmente
hecho, informa bien. A mí ahora me dicen que me fui a la izquierda,
¿no? A mí siempre me encantó el diálogo con
la izquierda, la inteligencia que hay detrás de posiciones que pueden
ser equivocadas o no. Página/12 es muy estimulante para mí.
AL: ¿Qué le gusta y qué no le gusta de La Nación?
HV: A mí resulta estimulante cierto diálogo con la derecha
(risas). De La Nación me gusta la capacidad de recreación
que ha tenido a lo largo de estos años para mantenerse como un medio
significativo con el país cambiando. La combinación de continuidad
y cambio me parece atractiva. No me gustan mucho sus planteos ideológicos,
si bien los últimos tiempos lo han confundido bastante. No es que
cambiaron, se han confundido. Por eso ahora hay una back to basics. Lo
que no me gusta desde el punto de vista periodístico es cierto empecinamiento
en ignorar la realidad hasta que La Nación se ocupa de ella. La
capacidad de dar en tapa una noticia de 15 días atrás y anunciarla
como primicia.
AL: Una de las formas de presionar sobre la prensa es la presencia
de los anunciantes. Leí una frase de Horacio Verbitsky que a mí
me sacó muchasculpas de encima: los anunciantes deben ser muchos
al igual que las fuentes informativas para no depender de ninguna.
MG: Si uno pone en claro que una cosa es la sección publicitaria
o comercial, sea un programa de TV, un diario, una revista, y otra es su
redacción y no se establecen vínculos orgánicos entre
ellas. Si son dos secciones distintas, se puede trabajar bien. Con mi parte
periodística hago lo mejor que puedo, el mejor diario, la mejor
revista. Después mis vendedoras van a decir ¿quiere estar
en el mejor diario? Y ése es el momento de venta. Ahora, si se trabaja
al revés y el vendedor publicitario para poder vender esa publicidad
usa como arma que la revista o el diario va a hacer algo a favor de ese
anunciante, ahí se va muy mal y además termina muy mal porque
termina de ser atractiva.
HV: En la ultima década el periodismo argentino ha cambiado
muchísimo. Me parece que esto es una consecuencia directa de varios
fenómenos. El primero es que hace ya 16 años que se acabó
la dictadura y hace 9 se acabó el temor al golpe. Hasta que Alfonsín
entregó la presidencia a un candidato del partido opositor y no
fue derrocado por un golpe militar, hasta que se aplastó la ultima
rebelión militar de Seineldín en 1990, no dejó de
existir el temor a una recaída. Hoy lo que nos preocupa es que la
Justicia no funciona, los funcionarios son corruptos, la gente pasa hambre.
Se desvirtúa el funcionamiento democrático de otra manera,
pero no estamos asustados por la posibilidad de un golpe militar. La influencia
de los aviadores en los medios estaba vinculada con ese temor a la irrupción
militar. Una empresa importante no ponía un aviso en un medio que
fuera objetable por una dictadura, porque si vienen mañana me van
a reprochar a mí haber puesto este aviso.
AL: Supongamos que salimos de aquí y hay un jefe de prensa de
Videla y les dice: “Tengo a Videla para que lo entreviste en Página/12
y lo lleve a “Hora Clave”. ¿Lo entrevistarían ustedes dos
a Jorge Rafael Videla?
MG: Yo sí.
HV: Yo no.
AL: ¿Por qué?
HV: Porque tiene que estar en la cárcel, no en un diario ni
en un programa de TV. Que escriba sus memorias.
MG: Yo también entrevisto gente que está en la cárcel.
HV: A mí me da una gran tranquilidad que lo haga Mariano. La
libertad de opinión de esa gente no corre ningún peligro.
AL: Pero ¿vos creés que tiene que estar la posibilidad
de expresarse?
HV: La pregunta fue si yo lo entrevistaría. Yo no lo entrevistaría:
a mí me repugnaría estar al lado de él. Y además
no tengo ninguna expectativa de que diga nada sincero. Ya lo hubiera dicho.
Ahora, yo no milito entre quienes piensan que a un condenado, a un preso,
no hay que darle cámara, no hay que darle micrófono. Ya lo
he discutido con Mariano en el caso de Patti. Nunca he objetado que él
haya invitado a Patti a su programa, lo que he objetado es que cuando lo
haya invitado no dijera: este hombre fue denunciado por torturas, las torturas
han sido probadas judicialmente, pero ha sido sobreseído por prescripción
de la causa, por negligencia de un juez que ha sido recriminado por eso
por la cámara. Que se lo consulte como un experto en seguridad,
sin mostrar qué clase de personaje es. En el caso de Etchecolatz,
donde estaba claro qué clase de personaje era, me parece que fue
distinto.
MG: Lo que él dice de Videla, que no va a decir la verdad...
yo tengo mucha confianza en la gente.
HV: No, va a decir su verdad, no digo la verdad.
MG: La gente es muy madura, cuando alguien no dice la verdad, la gente
se da cuenta. Yo entrevistaría a todos, de derecha, de izquierda
a todos.
|