Por Horacio Verbitsky
Para entender
el negociado exilio del ex militar golpista paraguayo Lino Oviedo tal vez
sea más útil el telón de fondo de Yacyretá
que las valoraciones jurídicas sobre la tradición americana
del derecho de asilo a los perseguidos políticos. En torno de la
represa argentino-paraguaya se están gestando los últimos
grandes negocios de la década. Tanto el viaje del presidente Carlos
Menem a Italia, como la llegada a la Argentina del ex secretario de Estado
norteamericano Henry Kissinger guardan relación con el acuerdo que
se está negociando entre el Ente Binacional Yacyretá (EBY)
y los contratistas de la obra civil agrupados en la Unión Transitoria
de Empresas Eriday. La conducción del Ente Binacional Yacyretá
es compartida por dos hombres de la máxima confianza personal de
Menem y Oviedo, pero el garante y paganini de la obra es el Estado Argentino.
Al mismo tiempo se desarrolla una negociación menos conocida con
los proveedores de las turbinas generadoras de energía, en las cuales
se han detectado graves fisuras y roturas que están creando pérdidas
millonarias y pueden poner en peligro al sistema eléctrico nacional.
En todos los casos, Menem ha dispuesto concentrar el manejo de la cuestión
en sus manos por medio de delegados personales, sin interferencias que
impliquen resignar porcentaje alguno de decisión. Para ello ha debido
modificar organigramas de un modo tan pintoresco como lo hizo a poco de
asumir, cuando creó para su cuñado Alfredo Yoma una subsecretaría
en Relaciones Exteriores que con desprecio de la geografía reunía
a España, Italia y Medio Oriente. Aquel experimento terminó
de modo estrepitoso cuando el ex presidente Raúl Alfonsín
denunció al gobierno que Yoma tenía montada una oficina en
Madrid por cuya caja debían pasar quienes quisieran acceder a los
créditos del tratado argentino.español de cooperación.
Entre los operadores de absoluta confianza a los que recurre el jefe de
los Restos del Estado en esta carrera contra reloj están varios
de los fieles de la primera hora, como su ex secretario de Obras Públicas,
Rodolfo Barra, la ingeniera María Julia Alsogaray y el secretario
general de la presidencia, Alberto Kohan, tan íntimo como para haber
sobrevivido a la reprimenda pública por el uso del helicóptero
presidencial para ir a jugar con un amiguito malo a San Vicente.
Una persona molesta
Al cabo de una larguísima pugna con los sucesivos ministros
de Economía Domingo Cavallo y Roque Fernández, Menem obtuvo
el control directo del Ente Binacional Yacyretá. En 1996 había
dividido la secretaría de Obras Públicas, para sacar del
juego a Carlos Bastos, el último reflejo de la calva de Cavallo
en el gobierno. Bastos no reconocía la deuda que reclamaban los
contratistas y que quería pagar el gobierno, lo cual hizo que fuera
visto como una persona muy molesta. Roberto Dromi, quien actuaba simultáneamente
como asesor de Menem para Yacyretá y representante de Eriday en
sus reclamos al Estado Argentino presentó en reunión de gabinete
en febrero de 1997 lo que llamó “Una solución alternativa”,
con su firma y la del presidente Menem. Invocando genéricas “razones
de interés público” y por supuesto sin pasar por el Congreso,
se concedería la gestión y operación del complejo
a los mismos contratistas, que además tendrían a su cargo
la finalización de la represa. Con el producido de la represa se
cobrarían el crédito que demandaban y que la Justicia no
había reconocido. El director designado por Fernández, Jorge
Pedreira, igual que Bastos antes, consideró “improcedentes” los
reclamos de los contratistas, que por la vía de indexaciones sobre
indexaciones ya llegan a 1.578 millones de dólares por denominados
“Asuntos Contractuales Pendientes” (ACP), si bien hace dos años
apenas llegaban a la mitad de esa suma, y fueron rechazadas por la Justicia.
Menem decidió entonces avasallar la resistencia deFernández
y transferir Yacyretá de Economía a Presidencia, dentro de
la Secretaría General de Alberto Kohan. Había seguido el
mismo procedimiento de extirpar organismos de Economía e injertarlos
en la Presidencia con la secretaría de Comunicaciones. Allí
designó a su íntimo Germán Kammerath, quien tuvo a
su cargo nada menos que la privatización del Correo y la renegociación
de las concesiones telefónicas. Kammerath tiene con Menem una relación
anterior a la política: es hijo del abogado en cuyo estudio cordobés
trabajó el ahora presidente en su lejana juventud. En febrero Menem
nombró como director ejecutivo en el Ente Binacional Yacyretá
a otro abogado amigo con quien compartió estudio en los años
de modestia, Raúl Reali. Ya lo había hecho miembro del directorio
en cuanto llegó a la presidencia. Del otro lado de la frontera,
también Oviedo recurrió para Yacyretá a un hombre
de su absoluta confianza personal. La contraparte paraguaya de Reali en
el EBY, Joaquín Rodríguez, acompañó al Jinete
Bonsai en la fórmula presidencial como candidato a vice. Por eso,
seguramente, fue el primer blanco de las acusaciones del sector del asesinado
vicepresidente Luis Argaña, que sostuvo que el crimen había
sido financiado desde el EBY, aunque no aportó elementos que respaldaran
el cargo. Ni Bastos ni Pedreira aceptaban reconocer más de 150 o
tal vez 200 millones de dólares, por los reclamos de mayores costos
desde la iniciación de la obra, en 1983. Un dictamen de la Sindicatura
General de la Nación, reconoce únicamente ocho de los 55
reclamos de Eriday, por 140 millones. Pero ya entonces, el delegado de
Oviedo, Joaquín Rodríguez, anunciaba la decisión de
reconocer 450 millones de los reclamados. El presupuesto inicial de Yacyretá
era de 1400 millones de dólares, menos de lo que hoy reclaman los
contratistas como ajuste. Hasta hoy ese barril sin fondo ya ha devorado
13.000 millones de dólares, más de nueve veces lo previsto.
Todavía no se conoce qué porcentaje está dispuesto
a reconocer Reali, es decir Menem, pero puede apostarse que debe estar
más cerca de la cifra avanzada por el delegado de Oviedo, que por
aquella muy inferior que condujo al relevo de Bastos y Pedreira. Irónicamente,
fue el propio Menem quien motejó a Yacyretá como monumento
a la corrupción. Hace dos años y medio, Rodríguez
cuantificó la parte de cada país en lo que llamó “la
corrupción de Yacyretá”, y asignó a su país
un modesto 10 por ciento.
Zío Gianni
En la comitiva que acompañó a Menem a Italia estuvo el
presidente de Fiat Auto de la Argentina, Cristiano Rattazzi. Su tío,
Giovanni Agnelli, es el líder mundial del grupo Fiat, dentro del
cual está la constructora Impreghilo, cabeza de la Ute Eriday. Ningún
parte oficial confirmó si Agnelli y Rattazi habían tratado
la cuestión con Menem, aunque también viajó en los
mismos días a Italia el presidente de Impreghilo Argentina, Gianfranco
Rizzo, que está a la cabeza de los reclamos. Agnelli es el inventor
de una doctrina que otros empresarios adoptaron con entusiasmo para defenderse
de las acusaciones cuando comenzaron las investigaciones judiciales de
mani pulite. “No fuimos corruptores pero sí hemos sido corrompidos”.
Según esta teoría la culpa la tienen los políticos,
mientras los empresarios habrían actuado en un estado de necesidad
sui generis, para impedir que sus compañías “salieran del
mercado o fueran acosadas durante la licitación de obras públicas”,
como dijo Agnelli. La Justicia argentina ya había dictado la prisión
preventiva de su sobrino Rattazzi por contrabando, en una causa en la que
también estuvo involucrado el propietario del periódico patronal
Ambito Financiero, Julio Ramos, cuya defensa pública fue similar
a la de Agnelli. Era el reglamentarismo que prohibía en forma irrazonable
importar ciertos bienes, el que promovía la violación de
la ley. El diario de Ramos llegó a citar a Mariano Moreno yla Representación
de los Hacendados, como parte de la original doctrina del contrabando patriótico.
Rattazzi probó en el pasado su poder de seducción sobre Menem.
Durante un viaje a Ushuauaia lo convenció de que exceptuara a Impreghilo
del congelamiento de pagos a proveedores y contratistas que había
dispuesto Erman González. En el mismo avión, Menem ordenó
al subsecretario de Hacienda (por entonces Julio Aguilar) que le pagara
90 millones de dólares, por deudas contraídas en la construcción
de la presa Piedra del Aguila. El estilo argentino de compras tiene reglas
propias: la absoluta falta de control en los precios que se pagan se compensa
con las dificultades para cobrar, lo cual valoriza la intercesión
de influyentes y gestores.
Una excepción similar firmó Menem en beneficio de Siemens,
que durante la intervención de María Julia Alsogaray era
el primer acreedor de Entel, y es hoy uno de los proveedores de turbinas
de Yacyretá. Por el decreto 1.868/90, Menem excluyó a Siemens
de la postergación por 10 años de los pagos a proveedores,
y otorgó un préstamo de 40 millones de dólares a Entel
para que empezara a pagarle una deuda que, indexaciones mediante, la transacional
alemana estimaba en más de 500 millones de dólares. El lobbysta
de Siemens, Blas Medina pasó a ser un hombre esencial del dispositivo
económico del menemismo. Su rol junto a Carlos Menem es tan decisivo
como sigiloso. Cuando el Presidente efectúa algún acuerdo
político que requiera luego de alguna confortación económica,
indica al asociado que se reúna con Medina. El diálogo comienza
con una pregunta: “¿Qué necesitás?”. Después
analizan cómo.
Otra servilleta
En 1996, mientras Kohan estaba en Paraguay, el ex director ejecutivo
del Ente Binacional, Osvaldo Torres, reveló que años atrás
Emir Yoma le había exigido que firmara una contratación directa
para la compra de diez generadores Siemens para Yacyretá. En una
servilleta de café habría escrito una lista de nombres, y
junto a cada uno la cantidad de dinero que recibirían de Siemens.
Según Torres, la lista incluía a “El Jefe”, al propio Emir
Yoma, a Miguel Angel Vicco y a Blas Medina. El contrato por la compra de
diez generadores ya había sido adjudicado a Siemens, pero “no depositaron
la garantía de ejecución (10 por ciento del valor adjudicado)
como indicaba el pliego. Además alteraron la oferta original”, sostiene
Torres. Como el EBY ya en aquel momento debía pagar 22 millones
de dólares más de lo convenido, Torres se negó a firmar
el contrato. Luego de varias reuniones con Yoma y Vicco en la célebre
oficina de Florida y Paraguay, Torres se comunicó con Menem y le
dijo que estaba recibiendo presiones. El presidente le dio audiencia en
la Casa Rosada y lo invitó a narrar quién lo presionaba.
En ese momento se abrió la puerta e ingresó Emir Yoma. Torres
entendió el mensaje y guardó silencio. Luego Emir lo llamó
por teléfono y le dijo: “Negro, el camello tiene sed”. Dromi le
ordenó por escrito, invocando instrucciones del Poder Ejecutivo
que se abstuviera de “anular, rescindir o renegociar contrataciones o procedimientos
de contratación”. Días después, le pidieron la renuncia
y lo acusaron a él de corrupto.
El año pasado, al inaugurar la última turbina de Yacyretá
Menem anunció que había decidido continuar la obra e instalar
más turbinas, por un costo de unos 2000 millones de dólares
adicionales. Quien flanqueaba a Menem era el entonces presidente paraguayo
Juan Carlos Wasmosy, uno de los mayores constructores subcontratistas de
Yacyretá, contra quien se alzó Oviedo en el fallido intento
de golpe militar que lo llevó a la cárcel. El anuncio de
Menem implicaría elevar de 76 a 83 metros la cota del embalse, y
una nueva licitación internacional en los próximos meses,
según el compromiso asumido por Argentina y Paraguay ante los bancos
interamericano dedesarrollo y de reconstrucción y fomento (BID y
BIRF). No es seguro que sea posible. Los constructores reclaman a la Argentina
ajustes por diferencias de cambio, anulación del desagio a los contratos
posteriores al plan Austral de 1985, mayores costos por conflictos gremiales,
por comidas del personal, por horas extras, por retenciones que consideran
indebidas del impuesto a los débitos, por gastos aduaneros, equipamiento
y amoblamiento de campamentos. Pero la Argentina también tiene un
pliego de reclamos a sus proveedores, desde que comenzaron a detectarse
primero fisuras y luego directamente roturas en las turbinas, por fallas
de diseño que, entre otras cosas, tornarían imposible el
aumento previsto de la altura del salto de agua. Las reparaciones imprescindibles,
por las cuales hay seguros, implican sacar las turbinas de funcionamiento.
Esto produce enormes pérdidas de facturación, que los proveedores
se niegan a compensar. Muy sugestivamente, el gobierno también dispuso
retirar de la competencia del ministerio de Economía la supervisión
de este aspecto y transferirlo también a la presidencia. En este
caso, a la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Medio Ambiente,
a cargo de la ingeniera Alsogaray. Allí funciona ahora una Subsecretaría
de Seguridad de Presas. Todo sugiere que cada negociación seguirá
un carril independiente de la otra y que la Argentina pagará mucho
en la primera y cobrará poco y nada en la segunda.
Una colaboración
Si en su anterior viaje a la Argentina, Kissinger revisó con
Menem la situación del ex dictador chileno Augusto Pinochet, detenido
en Londres, ahora podrá compartir puntos de vista sobre la de Oviedo,
alojado en el campo de otro menemista de la primera hora, Arnaldo Martinenghi.
La idea de recurrir a Kissinger fue de Barra. El estudio que el ex secretario
de Obras Públicas comparte con Justino Fernández Cronenbold
propuso como contraparte a otro asociado del mismo bufete, el ex embajador
en Roma Mariano Cavagna Martínez. Barra y Cavagna estuvieron en
comisión en la Corte Suprema de Justicia en el mismo lapso, desde
abril de 1990 hasta diciembre de 1993, cuando el gobierno los ofreció
a la UCR como parte de pago por el Pacto de Olivos y la reforma constitucional
que habilitó a Menem para ser nuevamente candidato en 1995. Quien
les comunicó que debían partir fue Eduardo Duhalde: “Les
solicité una colaboración para que este pacto vaya adelante”,
explicó el gobernador de Buenos Aires el 7 de diciembre de 1993.
Preocupado por lo que queda de su imagen pública, Kissinger
dijo que no era representante del consorcio, sino “un árbitro imparcial”,
aunque al mismo tiempo voceros de Eriday confirmaban que el ex Secretario
de Estado sería el árbitro designado por el consorcio. En
diciembre pasado, Kissinger y Cavagna discutieron en Anillaco con Menem
los detalles de su misión. No es la primera que Kissinger cumple
en la Argentina a pedido de Barra y Menem. El doctor K fue invitado especial
de Menem para la asunción presidencial de 1989, oportunidad en la
que expuso su plan estratégico de capitalización de títulos
de la deuda externa en la privatización de empresas públicas,
el gran negocio de la década. El estudio de su asociado William
Rogers (que fue también su subsecretario de Estado para Asuntos
Interamericanos) tramitó el certificado del gobierno de los Estados
Unidos negando que hubiera allí algún pedido de captura contra
Alfredo Yabrán. El propio Kissinger fue contratado en 1993 por las
tres empresas aeroportuarias de Yabrán para que las ayudara a elevar
el precio de las acciones que el grupo intentaba vender al Estado. Esa
fue la génesis de la reestatización de Intercargo (la empresa
que prestaba el servicio de rampas) a un precio sospechosamente alto. Como
el Estado era socio de la compañía que se reestatizaba, pagó
parte de los 371.250 dólares dehonorarios de Kissinger por conseguir
que el precio de la adquisición fuera el más alto posible.
El vicepresidente de la firma de lobbistas Kissinger & Asociados y
miembro del estudio de abogados Arnold & Porter, William Rogers, también
presentó en la Bolsa de Comercio un libro con su firma. Su pintoresca
tesis: los fallos de la Corte Suprema demostrarían la vigencia en
la Argentina menemista de plena seguridad jurídica.
El Perro de Rambo
Por H.V.
El debate
público acerca de la muerte en San Fernando del cabo Salomón
Stambulli, alias Rambo, se basa en premisas e informaciones falsas. Durante
un tumultuoso velorio, sus camaradas atribuyeron su muerte a las normativas
que prohibirían esposar a menores. También clamaron por aumentos
salariales y por todo tipo de reformas legislativas. Desde el Frepaso,
el ex policía Edgardo Mastrandrea (separado de las filas en 1992
luego de encabezar un autoacuartelamiento contra las autoridades) replica
que las disposiciones vigentes permiten esposar a menores en ciertas circunstancias,
como una detención y traslado hasta la comisaría. El senador
radical Eduardo Florio, que ha hecho de la seguridad un tema de campaña,
acusa por la “inseguridad absoluta” en que viviría la policía
a “la desidia” del gobernador Eduardo Duhalde y de su ministro de Justicia
y Seguridad Carlos Arslanián. Debido a las horas extras a que los
obligan sus bajos salarios, los policías serían “verdaderos
blancos móviles”. Para Arslanián la muerte del suboficial,
quien ya había reducido a los dos adolescentes acusados de robo,
es consecuencia del deficiente entrenamiento de los efectivos, que no palparon
de armas a los detenidos. También objeta que los policías
que efectuaron el arresto se hayan dividido en dos autos para efectuar
el traslado. Ello habría permitido que una amiga de los chorritos
les alcanzara un arma por la ventanilla del vehículo policial. La
solución, concluye el ministro, es perseverar en los programas de
entrenamiento iniciados durante su gestión, los primeros en décadas,
que ya habrían alcanzado a una cuarta parte de los efectivos.
Son todas posiciones atendibles, que responden a diferentes visiones
de la problemática policial y de seguridad. Pero ocurre que la verdad
mediática no coincide en este caso con la realidad. Casi nada de
lo que se ha dicho sobre la muerte de Stambulli responde a hechos comprobados.
Personal policial muy próximo al cabo asesinado sostiene que el
disparo que acabó con su vida provino de un “arma perro”, que pertenecía
al propio Stambulli. Pero no es fácil que se decidan a hacerlo público
en forma directa, porque eso quebraría la solidaridad corporativa
y revelaría algunos aspectos viciosos de la conducta policial que
no se ventilan con extraños sin riesgo de represalias. En la jerga
delictiva acuñada durante los tiempos de la mejor maldita policía
del mundo “arma perro” es aquella que se utiliza para simular enfrentamientos
en los cuales se asesina a quemarropa a personas detenidas. Esa práctica
fue general durante los años de la dictadura militar, pero no se
extinguió una vez concluida. Hay algunas masacres paradigmáticas
de ese modus operandi. En 1983, en San Nicolás, el comisario Luis
Patti dijo haberse tiroteado con dos personas, Osvaldo Cambiasso y Eduardo
Pereyra Rossi. En realidad habían sido secuestrados la noche anterior
ante testigos en Rosario. Sus autopsias mostraron huellas de torturas y
de las sogas con las que habían sido atados en vida. En 1987, tres
muchachos que tomaban cerveza en una esquina en Ingeniero Budge, recibieron
34 impactos de bala en la espalda disparados por los integrantes de una
partida policial. La Justicia desestimó la existencia real del enfrentamiento
alegado y diez años después condenó a los asesinos,
que estuvieron en libertad durante el proceso y se fugaron después
de la condena. En 1994, once policías acribillaron en otro falso
enfrentamiento a cuatro personas en Wilde (en esta masacre tuvo intervención
como encubridor el comisario Juan José Ribelli).
Por lo general las “armas perro” son revólveres o pistolas en
pésimo estado, secuestradas en algún procedimiento anterior.
El único requisito es que estén en condiciones de disparar
así sea un tiro, de modo de hacer verosímil la versión
del tiroteo entre dos bandos. En el caso de San Fernando, el personal policial
que conoce en detalle lo sucedido afirma que Rambo llevaba el “arma perro”
dentro de un “bolso bagayo”. En la misma jerga del hampa de uniforme, así
se denomina al transporte de cosas cuya posesión no es legal. El
“bolso bagayo” con el “arma perro” estaban en el asiento trasero del vehículo
policial, aquel al que fueron subidos los dos adolescentes arrestados luego
de asaltar un negocio. Concluye el personal policial que conoce lo sucedido:
“Rambo se olvidó del bolso. Cuando el vehículo se puso en
marcha el bolso se resbaló en el asiento y el arma quedó
a la vista. Rambo no tuvo defensa. Una verdadera desgracia”. Lo que no
saben, o no quieren decir ni siquiera en privado, es si el “arma perro”
que le quitó la vida iba a ser usada para justificar la ejecución
extrajudicial de los adolescentes y ellos se le adelantaron.
|